Cien mil dólares y homenaje en la Feria del Libro de Guadalajara

Por su personal y universal obra, gana Monterroso el ``Juan Rulfo''

Angélica Abelleyra El escritor guatemalteco nacido en Honduras, Augusto Monterroso (1921), es el ganador del Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo, que en su sexta emisión consta de cien mil dólares y un homenaje que recibirá en el marco de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL) del 30 de noviembre al 8 de diciembre próximos.

El autor de Movimiento perpetuo recibió la noticia el sábado por voz del académico José Luis Martínez, miembro del jurado que integraron ocho críticos y la galardonada anterior.


Rafael Tovar y de Teresa y Tito Monterroso.
Foto: Ernesto Ramírez

Entre 64 candidatos de 18 países, los jueces destacaron la calidad de la obra monterrosiana que, en un continente donde se tiende a identificar el valor literario con el de profusas construcciones poéticas o narrativas, ``ha buscado en la concisión y la gracia los instrumentos de una propuesta que sabe recrear lo literario desde una perspectiva a la vez personal y universal''.

Al leer la acta de premiación, el crítico argentino Saúl Yurkievich indicó que la recreación en manos de Monterroso ``lo es también de la historia latinoamericana que describe con perspicacia humorística abriendo paso a la distancia crítica tan necesaria en un continente como el nuestro: reescritura de nuestra historia y de la historia literaria pues en la obra de Monterroso se da una incesante reinterpretación de la tradición clásica a la luz de la cultura y de la historia latinoamericanas''.

Subrayó que el diálogo del pasado con el presente, abierto al porvenir que establece el autor de Los buscadores de oro dota a su labor de un ``poder de fabulación siempre inteligente. Reconocemos, además, la impronta renovadora de esta obra en nuestras letras recientes. Su afición a la prosa breve no le ha impedido desplegar una rara facultad de experimentación que concilia el riesgo y la perfección, condiciones imprescindibles de la gran literatura moderna''.

Junto a Yurkievich, fueron siete los críticos literarios que sesionaron entre el jueves y sábado anteriores en la ciudad de Guadalajara: John Bruce Novoa (Estados Unidos), Gustavo Guerrero (Venezuela), José Luis Martínez (México), Jorge Rufinelli (Uruguay), Adolfo Castañón (Mexico), John King (Inglaterra) y Amos Segala (Italia), casi todos presentes en la rueda de prensa efectuada ayer en las instalaciones del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CNCA). A ellos se sumó como jurado la escritora brasileña Nélida Piñón, ganadora del Juan Rulfo 1995 y quien por cuestiones familiares no viajó a México a emitir su fallo pero lo hizo en cambio por vía telefónica.

Presente en el acto informativo, el uru-

guayo Jorge Ruffinelli rescató el ``respeto, amor y uso magistral'' de la lengua castellana siempre evidentes en el autor de Lo demás es silencio y La palabra mágica. Comentó que por cuatro décadas él ha hecho de México no su segunda, sino su primera patria y hogar, convirtiéndose en uno de sus hijos adoptivos más entrañables.

Posteriormente, Ruffinelli --ensayista especializado en la obra de Juan Rulfo-- relató la ocasión en que éste le pidió lo acompañase a la boda de Augusto Monterroso con Bárbara Jacobs, y se sirvió del ``acto simbólico'' para establecer el punto de encuentro de ambos creadores en una narrativa ``sin inflación y sin voluntarismo'' y en ese escribir ``lo menos posible y lo más necesario''.

En el marco de la rueda de prensa, encabezada por Rafael Tovar y de Teresa --presidente del CNCA-- y Raúl Padilla --presidente ejecutivo del Premio-- se comentó la información periodística de Excélsior en el sentido que algunos miembros del jurado ``se inclinaban'' por el escritor Fernando del Paso como ganador, dada su condición débil de salud. Adolfo Castáñón respondió tajante que el artículo pertenece a una categoría muy profusa en el México actual: la cultura del rumor, que debería ser desechada, en tanto reconoció la labor de cada jurado por la ``vivacidad'' e ``inteligencia'' con que defendieron a sus candidatos.

Otro cuestionamiento al presidium giró en torno de la inexistencia de ``más'' mexicanos premiados con el Rulfo. Yurkievich señaló al respecto:

``No nos sentimos obligados a privilegiar a escritores del país que nos acoge. Se nos ha dado la mayor libertad de elección, las posibilidades están abiertas y todos los nombres han desfilado.

``Las deliberaciones son arduas y luego de sopesar orígenes, áreas, lenguas y calidad personal de la obra llegamos a la elección de uno solo. Pero para tranquilidad de los que piensan en la importancia de las reivindicaciones nacionales, diremos que los mexicanos estuvieron muy presentes, hasta el final'', respondió con ironía el crítico de poesía.

Sobre el punto, Rafael Tovar recalcó que con el premio a Monterroso ``los mexicanos nos debemos sentir orgullosos'' porque el hacedor de La oveja negra y demás fábulas vive en México desde 1944 y aquí se ha formado culturalmente para enriquecer el universo literario nacional y universal.

Adolfo Castañón coincidió en que se premia, en efecto, la condición del escritor que ha tomado a México como ``patria electiva'' y su decisión por esta ciudad como una de las metrópolis más ricas de la cultura latinoamericana contemporánea.

Respecto a la escritura del dibujante en Esa fauna, Castañón recordó la frase de Calvino en la que reconoce la concisión de Monterroso ``como paradigma de la literatura moderna'' y de los valores que un escritor puede fraguar para hacer llegar a la otra orilla los componentes de la tradición crítica en nuestros días.

Por la tarde, en la comida privada que el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes ofrece cada año a algunos intelectuales y al jurado que delibera el Juan Rulfo, estuvo presente Augusto Monterroso, cumpliendo por primera vez el coincidente sitio de invitado y galardonado. Otros presentes fueron Vicente Rojo, Juan Bañuelos, Salvador Elizondo, Elena Poniatowska, Carlos Monsiváis y, por supuesto, la narradora Bárbara Jacobs, esposa de Monterroso, entre unos 50 comensales.

Como se recordará, el primer premio Juan Rulfo se otorgó en 1991 al poeta chileno Nicanor Parra (qepd); le siguió el prosista mexicano Juan José Arreola, en 1992; un año después recayó en el poeta cubano Eliseo Diego (qepd); en 1994 tocó al narrador peruano Julio Ramón Ribeyro (qepd) y en el 95 fue para la citada autora en lengua portuguesa, Nélida Piñón.

El reconocimiento está avalado por catorce instituciones públicas y privadas: CNCA, Universidad de Guadalajara, gobierno del estado de Jalisco, Fondo de Cultura Económica, Petróleos Mexicanos, Bancomer, Bancomext, Banca Promex, Lotería Nacional, Grupo Continental, Embotelladora AGA, PIPSA, el H. Ayuntamiento de Guadalajara y Banamex.

Cada institución aporta 15 mil dólares anuales o bianuales para dar sustento financiero a esta empresa, determinada por la crisis. A decir de Raúl Padilla, a futuro se conformará con Bancomext y otros socios un plan con el fin de armar un monto principal para que el premio se entregue con los intereses.

Se buscará conjuntar un depósito de dos millones de dólares para no poner en riesgo la entrega del premio cuando está supeditado, como hasta ahora, a las aportaciones anuales que cada institución otorga.


Pablo Espinosa Al filo del primer día de julio, Augusto Monterroso contesta por el hilo del teléfono: es él el ganador del Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe:

``Por dos razones me complace muchísimo y me alegra: una, por el premio de que se trata; es un premio muy apreciado en América Latina, en España y en todo nuestro ámbito del idioma español. Y me emociona mucho también porque fui muy amigo de Juan Rulfo, fuimos amigos muy cercanos, muy fraternales y esto es como si estuviera compartiendo este premio con él''.

Le preguntamos acerca de la savia común que corre por los vasos comunicantes, por la concisión, claridad, economía de medios, la vasta parquedad de los textos de Juan Rulfo y los de Augusto Monterroso:

``Juan era también un hombre que cuidaba enormemente sus textos. Fue sumamente sobrio para publicar, y yo lo quise imitar en eso pero nunca pude conformarme, es decir llegar a esos extremos tan grandes de publicar dos libros centrales. Entiendo que eso puede ser, pero la calidad de Juan Rulfo es muy superior y en esa contención para publicar y en esa calidad me hubiera gustado poder imitarlo mucho más. Desde luego que no me puedo comparar con Juan Rulfo, simplemente veo esta restricción para publicar mucho, yo también he perseguido eso, pero no me considero a la altura de Juan Rulfo''.

Un premio de tal calibre, considera el autor de Lo demás es silencio, no es un reconocimiento tardío: ``las cosas llegan cuando tienen que llegar, y estoy contento. No espero nunca estos premios, en el sentido de que no voy detrás de ellos; entonces, como hay una espontaneidad en todo esto que está sucediendo, pues siento y digo: qué bien''.

Agrega quien es uno de los grandes escritores en idioma español:

``Quiero manifestar mi agradecimiento a los jurados, estoy muy agradecido a ellos y a todos los que intervienen en la concesión de este premio, que es de un ámbito muy apreciado''.