La Jornada 2 de julio de 1996

El cambio no debe tener una vanguardia, sino multiplicidad, pide Luis Villoro

Jaime Avilés, enviado, San Cristóbal de las Casas, Chis., 1o. de julio Qué es el poder?, se pregunta el filósofo Luis Villoro al presentar esta tarde su ``contribución para una organización política de nuevo tipo'', que es el nombre y el tema de la mesa número 1 del Foro Especial para la Reforma del Estado, que empezó sus trabajos hoy aquí, en la tierra de los Aguascalientes zapatistas, a donde por cierto no acudió delegado alguno del estado de Aguascalientes.

Según Weber, dice Villoro, ``el poder es la capacidad de imponer la voluntad de uno sobre los demás''. Pero, observa, ``la idea zapatista del poder es distinta y se basa en tres principios: 1. Para todos, todo; nada para nosotros; 2. Mandar obedeciendo, y 3. El papel de la comunidad''.

Al bordar sobre estos puntos, Villoro recordó que en la visión de Weber ``el poder es incompatible con el bien común'', lo que no ocurre en la interpretación del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), para el cual ``el poder es un medio para alcanzar el valor'' de las aspiraciones colectivas y quienes lo ejerzan deberán entenderlo ``como algo prestado, no como algo propio''.

Es por ello, agregó, que ``esta nueva organización política habrá de nacer como fruto de un nuevo proyecto de nación, concebido en la diversidad de una suma de pueblos y culturas'', para enfrentar el poder vertical con un poder horizontal, en un esquema en que ``las demandas de libertad, justicia y democracia se realicen, básicamente, a través de la solidaridad''.

Democracia y dinero

Después de una mañana fecunda en bostezos y generalidades abstractas, la mesa número 1 se anima por la tarde. Luego de la llegada del subcomandante Marcos y la ponencia de Luis Villoro, el público interrumpe con aplausos la fallida lectura de un ensayo de Adolfo Gilly, que Inti Muñoz presenta por iniciativa propia y no en nombre del autor, pero que desborda los tres minutos concedidos por el reglamento.

Debido a ello, el respetable se priva de saber que Gilly coincide con Villoro al señalar cinco ``condiciones o requisitos para que, en estos tiempos, la esperanza de los oprimidos y los subalternos pueda, en efecto, organizarse en su propio movimiento. La primera es tolerancia. La segunda, transparencia, lo cual requiere información. La tercera, corolario de las dos primeras, respeto al otro dentro del movimiento. La cuarta, confianza entre compañeros (salvo prueba efectiva en contrario). Y la quinta, que se desprende de las anteriores, es doble: fraternidad en el trato y solidaridad en las dificultades''.

Pero con una total falta de solidaridad en las dificultades que Inti Muñoz desafió al tratar de leer en 180 segundos un texto de 20 cuartillas, el público espera en vano a los delegados de los comités civiles de diálogo, Culhuacanes y Quichanoc, que la mesa se salta para que tome la palabra Imanol Ordorika.

El ex dirigente del Consejo Estudiantil Universitario comparece como miembro del PRD y simpatizante de Andrés Manuel López Obrador y plantea un problema: según la Cuarta Declaración de la Selva Lacandona, el FZLN se formará con personas que no militen en otra fuerza política. ``O eres del PRD o eres del Frente. Por qué no se puede estar en ambos espacios?'', pregunta.

Al perredista lo sucede en el micrófono una muchacha del comité civil Ollin-Mexica, que reitera el cuestionamiento: por qué no?, pero al hacerlo le tiembla la voz, del principio al final de su lectura; como que le pesa la presencia de Marcos, a sólo dos metros de ella. Luego pasa un representante del comité civil ``La Patria vive y sigue'', de Ciudad Nezahualcóyotl, que aboga porque el FZLN sea ``incluyente y horizontal''.

Y entonces me distraigo, pues alguien me informa que, sólo para la mesa 1, se han inscrito 107 comités civiles, 180 delegados de comités civiles, 23 organizaciones sociales, 53 delegados de organizaciones sociales y seis observadores, entre ellos dos mujeres de Pastores por la Paz, así como el espantoso enmascarado que encarna al Chupacabras.

De las siete mesas restantes, según alcanzo a ver, las más concurridas son la 2 (Proyecto económico alternativo, donde ``se juntó la raza por la fuerza de atracción del dinero'', a juicio de un observador local), y la 3 (Transición a la democracia, donde todos los ponentes coincidieron en que no hay democracia en México). Y si la 4 (Nueva Constitución), la 5 (Contra el neoliberalismo) y la 8 (Justicia y derechos humanos) son las más desangeladas, la 7 en cambio (Cultura y medios de comunicación) es la más divertida, pues en una crítica a la oferta cultural del Distrito Federal, alguien denunció que ésta se concentra en el sur de la ciudad, mientras que en el norte ``sólo hay karate y hawaiano''.




Hermann Bellinghausen, enviado, San Cristóbal de las Casas, Chis., 1 de julio ``No queremos una organización que sea el brazo civil del EZLN, sino una a la que pertenecen los zapatistas civiles y a la que podrían entrar los zapatistas armados'', dijo hoy el subcomandante Marcos a los participantes de la Mesa 1, ``Hacia una organización de nuevo tipo'', en el Teatro de la Ciudad, a donde hoy acudió por segunda ocasión el jefe militar zapatista. Ahora, para encontrarse con los delegados de los comités civiles del FZLN en construcción.

También fue el primer encuentro político de Marcos, el comandante Javier y el comandante Tacho con el alguna vez indiciado Javier Elorriaga. En el público, para acentuar el carácter situacionista del acto, están, entre varios cientos, Superbarrio y El Chupacabras del Barzón, dos luchadores sociales de máscaras dorada y plateada, respectivamente.

Transcurre la sesión vespertina. Mientras se lee la ponencia del Comité Séptimo Arcoiris ``de la selva de asfalto'', irrumpen sin interrumpir el subcomandante Marcos y la delegación del CCRI-CG en esta mesa. Termina la lectura del delegado asfáltico y el vocero zapatista pide permiso para hacer trampa y colarse en la ronda de participaciones. Como nadie se muestra en desacuerdo, toma la palabra y empieza por saludar a Elorriaga, a quien llamará Javier simplemente, ``ex terrorista, ex correo de la paz, ex preso político'', sentado a su lado derecho.

``Esperamos que no vuelva a ser ninguna de las tres cosas'' añade, declarando que trae la representación de los soldados zapatistas para hablar y escuchar a los zapatistas civiles, ``de la ciudad y el campo''.

Traza la ruta de una guerrilla clandestina en la montaña hace 12 años a su paulatina incorporación a una organización civil. ``El grupo original, fundamentalmente indígena, soñábamos que algún día encontraríamos unos como nosotros, zapatistas en otros lugares de México que no fueran armados. La ilusión de que pudiéramos desarrollar un movimiento civil pacífico que fuera nuestro hermano siamés''.

Resume: ``Pasó el tiempo. Pasó lo que pasó''. El levantamiento y sus consecuencias inmediatas. Empezaron a preguntarse los zapatistas, a partir del diálogo en la catedral, si acaso era posible ese proyecto civil: ``Veíamos que la gente que formaba los cinturones de paz no tenía trayectoria política, lo que era una virtud. Una actitud cercana a la zapatista: para todos todo, para nosotros nada. No quedaba claro si el eje de la movilización era el peligro de la guerra o se trataba de una identificación con nosotros''.

Marcos traza las estaciones de esa duda, en la Segunda declaración de la Selva Lacandona, en julio de 1994, citando a la Convención Nacional Democrática, ``intento de encontranos con este zapatismo y hacerles la pregunta, si estaban dispuestos a participar con nosotros en una organización nueva. Vino la convención, y también pasó lo que pasó. La tormenta, el naufragio. Luego los problemas que hubo en diciembre y la traición de febrero de 1995''.

Entonces se hundió Aguascalientes de Guadalupe Tepeyac, y fue ``un submarino que emergió en diciembre, ahora mutliplicado por cinco. Algo pasó abajo'', y los insurrectos descubrieron la posibilidad de que esta organización civil ``fuera el lugar al que nos dirigiríamos en caso de que se arreglara el conflicto''.

Marcos indica lo que no querían de esa organización nueva: que se hiciera por un pequeño grupo y luego se invitara a la afiliación. Lo que querían los zapatistas era ``construír lo que podría llamarse Frente Zapatista''.

Vino la Consulta Nacional, ``que salió también como salió''. Luego la crisis de diciembre, la Cuarta Declaración, la búsqueda de ``la figura, el dibujo, los colores que queremos que tenga el FZLN''.

``Teníamos que tener otra posición sobre el poder. Organizar a la sociedad para que pueda ejercer el poder sobre sí misma. A través de los comités civiles de diálogo se echó a andar eso. Y afirmamos nuestro compromiso de no tomar iniciativas orgánicas respecto al frente que no fueran producto del encuentro con ustedes''. Y agrega: ``Nos está costando trabajo, porque uno es militar de muchos años, y tiende a dar órdenes. Tenemos que aprender a reunirnos con ustedes como iguales, ni adelante ni atrás, al lado de nosotros.

``Tenemos problemas de movimiento por el cerco y la amenaza de muerte. Le hemos pedido a varias personas, entre ellas a Javier, que se estuvo entrenando durante 14 meses en Cerro Hueco, que nos ayude a construir un puente entre el EZLN y el frente''.

Exhorta a los participantes en la mesa a que no piensen en vencer, sino en juntar sus propuestas con las de otros. Cada quién hará ``una aportación en el rompecabezas que no sabemos cómo va a quedar, de qué color. Que cada quien diga aquí está mi color y lo ponga con otros. Puede suceder que nos salga una rueda, un puente, o una vía de ferrocarril''.

Y concluye recordando: ``Hemos sido mandatados por las comunidades para escuchar lo que tienen que decir los zapatistas civiles''.

Sigue la sesión toda la tarde. En seguida, Luis Villoro lee su Contribución sobre el poder y el valor, que amerita ser publicada íntegra. Allí saca conclusiones sobre ``el comportamiento político de los zapatistas'' y afirma que la garantía de una organización aglutinante reside en la formulación de comunidad de los zapatistas, ``la aportación a la nación de la sabiduría tradicional de los pueblos indígenas frente al individualismo disolvente de las sociedades occidentales''.

``En la comunidad, el individuo comparte lo suyo, une su voz a la del otro; en la comunidad, el pensamiento es diálogo; la acción, solidaridad. Así, la vocación del nuevo movimiento no sería sólo la libertad, ni sólo la igualdad, sino el valor más alto la fraternidad''.

Hasta parece que hablando se entiende la gente.