La Jornada 29 de junio de 1996

HASTA CINCO HORAS PARA ADQUIRIR EL ABONO MENSUAL DEL METRO

Miriam Posada y Víctor Ballinas Centenares de amas de casa, estudiantes, empleados, y obreros usuarios del Sistema de Transporte Colectivo Metro manifestaron ayer su molestia por las cuatro o cinco horas que perdieron en espera de poder adquirir sus abonos de transporte para los meses de julio y agosto. Muchos no alcanzaron a comprar el abono para julio pero compraron el de agosto, y otros tantos no alcanzaron ninguno de los dos.

Desde que las estaciones del STC Metro se abrieron, a las 5 de la mañana, ya había grandes filas esperando poder adquirir sus abonos. Lentamente fueron avanzando las filas de usuarios que querían adquirir sus boletos, y por la lentitud de las empleadas de las taquillas, así como la desinformación y la desorganización, se generaron tumultos.

Las personas que esperaban horas y horas, y que veían avanzar lentamente las filas, se quejaron de la falta de información: ``¿por qué nos hacen esto?'', decía María Hernández, empleada doméstica, en la estacion Zócalo. ``Mire, yo estoy aquí desde a las 6 de la mañana, y dicen que ya no hay abonos. Nada más vide cómo se iban metiendo muchos en la fila y la policía no hacía nada''.

Juan López y Esther Sánchez, quienes estaban formados en la taquilla del Metro General Anaya, señalaron:

``Llegamos temprano y ya no alcanzamos el de julio, y ahora tenemos que esperar que vendan el de agosto. Ya de por sí vamos a llegar tarde al trabajo. Nos van a descontar el día''. ¿Por qué? --se preguntaban-- el STC Metro no capacita a las empleadas que se hacen bolas con el dinero y los abonos.

La mayor parte de los entrevistados manifestó su molestia por las horas que llevaban formados --más de tres-- y ``aún no podemos adquirir un abono''. Algunos consideraron que está bien que se venda por mes, lo que está mal es que ``nos vendan dos meses juntos, es mucho dinero, y además perdemos cinco horas , un día de trabajo''.

Para otros de plano pagar 26 pesos por el boleto para julio y otros 26 para el de agosto, ``si es que alcanzamos'', representa un gasto fuerte, ``por lo imprevisto, porque de haber sabido nos hubiéramos preparado para tener los 52 pesos y no soltarlo de un jalón''.

Pero no sólo los compradores de abonos padecieron la desorganización de las autoridades del Metro y los malos tratos de los encargados de la seguridad.

La espera, no sólo para comprar abonos

Quien ayer tuviera un boleto del Metro en el bolsillo pudo ser la persona más afortunada del mundo porque a quien se le hubieran agotado sólo tenía dos opciones: tomar un taxi o formarse en una fila de hasta cien personas para poder comprar sus boletos para llegar a su detino.

Sin distinción alguna, todos los ciudadanos tuvieron que hacer filas de dos, tres y hasta cuatro horas. Claro que los más interesados eran los que adquirirían el boleto mensual , pero quienes necesitaban boletos ordinarios también tuvieron que esperar un buen rato.

Fue hasta después del medio día cuando en algunas estaciones los elementos de seguridad permitieron a los usuarios que no comprarían abono y que no tenían boletos, pasar de manera gratuita por una de las puertas. De esta manera se disminuyó el disgusto de los usuarios y se agilizó el acceso.

A diferencia de otros viernes --y sobre todo de quincena--, los vagones del tren iban casi vacíos y el conglomerado estaba afuera, haciendo fila.

Y por si fuera poco, además del tiempo perdido y de las broncas --porque no faltó quien se quisiera meter a la fila o que, por no formarse, pidiera al de adelante que le comprara sus boletos--, los capitalinos remataron la jornada con la amabilidad y disposición de las taquilleras, quienes con su característico buen caráter les indicaban que no tenían cambio o, simplemente, ponían en práctica su habilidad para hablar por teléfono y atender al público al mismo tiempo