Políticos, narcos y policías en el caso del robo de 460 kilos de cocaína
Mireya Cuéllar, enviada, y Gerardo Rico, corresponsal /I, Guadalajara, Jal. A los jaliscienses les parece una novela por entregas.
En el primer capítulo se robaron un tráiler con 460 kilos de cocaína; en el segundo aparecieron cinco cadáveres y diez detenidos; en el tercero entró en escena un oficial mayor, que por la mañana despachaba en el palacio de gobierno y por la tarde servía al narcotráfico, y en el cuarto, una secretaria, la del procurador, resultó implicada con narcotraficantes.
Ivonne Aguilar, contadora de Pedro Lupercio,
en Guadalajara. Foto: Siglo 21
Después vendrían unas fotos del secretario de Gobierno y el cardenal con un hermano del nuevo zar del tráfico de drogas.
Y por si fuera poco, un capitán del Ejército termina robando escena con acusaciones al procurador Jorge López Vergara, de tener nexos con los Arellano Félix.
Es una historia de intriga y muerte, como dirían los clásicos del género. De políticos, narcotraficantes y policías.
Domingo 12 de mayo
Faustino Yepiz giró la cabeza con lentitud y se encontró con el cañón de una pistola. Detuvo el tráiler, como le indicó el sujeto que dijo ser agente de la Policía Judicial del estado. Abrió la puerta y no se resistió cuando le vendaron los ojos y amarraron sus manos.
Iba a Culiacán, Sinaloa, cargado de papayas, plátanos, manzanas, mangos, limones, zanahorias... y cocaína, cuando un automóvil con cuatro sujetos a bordo lo interceptó a la altura de Tequila, en la carretera Guadalajara- Tepic.
-El trailer estaba reportado como un transporte de droga que había sido robado -le pusieron al tanto los policías.
Eran ya las nueve de la noche cuando lo bajaron en el monte.
-Camina de frente durante 15 minutos sin voltear atrás. Si volteas te disparo.
Faustino acató la orden.
Era un chofer emergente. Lo contrataron de última hora cuando Rigoberto Landeros García se negó a conducir hasta Culiacán, el tráiler que ya traía de Tapachula, Chiapas. Rigoberto había descargado en la Central de Abastos de Guadalajara, las mil 100 cajas de plátano con que el 6 de mayo salió de Tapachula y, obstinado, informó a Ivonne Aguilar, la administradora del camión, que no deseaba conducir el próximo flete. Esa misma tarde, Faustino Yepis entró al relevo.
A Rigoberto Landeros no se le volvió a ver en los días siguientes... hasta que su cuerpo fue desenterrado.
Domingo 19 de mayo
-Si la droga no aparece ¡nos mataran a todos!
En los pasillos del centro comercial Plaza del Sol, Iván Taborda Maya, el jefe del grupo, dejó caer la sentencia sobre Ivonne Aguilar, la contadora de los Lupercio Serratos y administradora del tráiler.
Inquieta, asustada, Ivonne se refugió en su casa y no salió en toda la tarde. Ahí la encontró Teófilo Orozco, que la llamó por teléfono para preguntarle por su sobrino, el chofer Rigoberto Landeros, a quien habían sacado de su domicilio ``unas personas''.
La última noticia que Ivonne tuvo de Rigoberto Landeros fue el jueves 16, cuando el chofer la llamó a su casa para preguntarle qué pasaba.
-Se robaron el tráiler, ya se hizo un escándalo -fue la respuesta.
El otro apenas alcanzó a decir que no sabía nada.
El Negro, un sujeto que ayudaba a Rigoberto en las labores de carga y descarga del camión, llamó también el viernes a la contadora preguntando por el tráiler.
El martes 21, Ivonne se encontró con Iván Taborda y su esposa, Inés Hernández. Esta le platicó que ya tenían al Negro.
La tranquilizó: El Negro había confesado que el robo fue planeado por el chofer Rigoberto Landeros. Todo estaba aclarado. Debía volver a su vida normal.
Pero la vida de Ivonne Aguilar estaba ligada a los Lupercio Serratos desde dos años atrás. Primero como administradora de un equipo de futbol y después en la contabilidad de Carnes Premier Refugio, la estética D Keyla y una bodega en Manzanillo, Colima.
En sus labores cotidianas de contadora, ella trataba con Saúl Tapia Contreras, el oficial mayor del gobierno del estado, quien también ejercía de apoderado legal para actos de dominio y pleitos y cobranzas del Desarrollo Inmobiliario Luse, una enpresa formada por los hijos de Pedro Lupercio Serratos de nombres Yadira, Pedrito y Fabiola, todos de apellidos Lupercio Pérez. El funcionario también administraba los negocios de los que Ivonne Aguilar era contadora.
Fue Saúl Tapia Contreras quien invitó al secretario de Gobierno, Raúl Octavio Espinoza, a la inauguración de la estética y la carnicería que los Lupercio tenían en Guadalajara. También recordaba en esa fiesta ``a un cardenal'' (Juan Sandoval Iñiguez).
Cuando Pedro Lupercio le pidió en octubre de 1995, que mostrara la ciudad a la esposa de ``un amigo'', ella no tuvo inconveniente. Inés Hernández se instaló en Guadalajara y pocos días después apareció Iván Taborda Maya, un hombre discreto que se dijo agricultor y le solicitó que llevara la contabilidad de un tráiler de su propiedad.
Mientras el vehículo estuvo perdido escuchó que Iván Taborda Maya comentó a Inés que había entregado al ``procurador'' 300 mil pesos para que ``buscara su tráiler''.
Ivonne no sólo dijo eso a las autoridades. En la ampliación de su declaración ministerial, rendida el primero de junio a las 21:00 horas, Inés Hernández también hizo referencia a esa plática con Taborda: ``Le comentó que unos policías iban a hacer una investigación para descubrir quién se había robado el tráiler, y que incluso iba a hablar con un procurador''.