Analizará el G-7 los efectos de la globalización económica
Reuter, Ips, Efe, Afp, Dpa, Notimex, Ap y Ansa, Lyon, Francia, 26 de junio Los jefes de Estado o gobierno de Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Gran Bretaña y Japón integrantes del Grupo de los Siete (G-7), a los que se sumará como invitado especial Rusia, examinarán durante la reunión anual que comienza hoy los efectos de la globalización económica que amenaza los puestos de trabajo y los sistemas de bienestar de Occidente, aunque la controvertida ley estadunidense Helms-Burton puede convertirse en el tema principal de la cumbre por su pretendida extraterritorialidad.
La caída del crecimiento económico y el desempleo son dos asuntos claves de la cumbre del grupo. Uno de los objetivos cruciales de los integrantes del selecto club de los países más ricos del globo, será el de responder a las angustiantes expectativas de los 23 millones de desocupados que viven en esas naciones, a los que hay que añadir otros 15 millones de personas que tienen trabajos de tiempo parcial porque no logran encontrar otro mejor, y otros 4 millones que han dejado de buscar un empleo.
La Unión Europea apoyará en la cumbre del G-7 la propuesta francesa de crear un plan que impida las inversiones especulativas responsables de la crisis mexicana y del llamado efecto tequila, indicó el presidente de la Comisión Europea, Jacques Santer, quien declaró que esta reunión puede ser la ocasión para que los países industrializados encuentren una solución a ese problema que ``impide el avance de las economías de los países en vías de desarrollo''.
El G-7 representa únicamente el 12 por ciento de la población mundial, pero concentra casi dos tercios de la riqueza del planeta. Por primera vez, por deseo del anfitrión de la cita, el presidente francés Jacques Chirac, el tema central de la reunión serán los pro y contra de la globalización de la economía. El mandatario desea que, a pesar de la liberalización, se mantengan en Europa los beneficios sociales. Lo social y la protección ambiental deben, a su juicio, ser también contemplados cuando se hable del comercio mundial.
Chirac intentará centrar los temas de la cumbre en dos puntos: la ayuda para el desarrollo de los países más pobres, y el respeto a las normas internacionales del comercio multilateral. Para esto invitó a los jefes de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), del Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT) a una sesión sin precedentes el sábado, y espera lograr un acuerdo para aliviar la deuda de los países más pobres.
``Lograr la globalización de la economía en provecho de todos'', es el lema de Chirac para esta cumbre. Partidario de no sacrificar en Europa todas las conquistas sociales en aras de la lucha contra el desempleo, el presidente francés pretende encontrar una ``tercera vía'' entre la alternativa de los despidos y las anquilosadas estructuras burocráticas. Esta vía se quedó aún sin dibujar cuando, en abril pasado, los ministros de Economía y Trabajo del G-7 se reunieron en la ciudad de Lille para esbozar una política laboral.
Aunque Chirac no desea menoscabar las posibilidades de reelección del presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, frente al proteccionismo del republicano Bob Dole, planea protestar junto con el primer ministro de Canadá, Jean Chretién, por la ley Helms-Burton, que sanciona a compañías que mantengan negocios con Cuba.
Bill Clinton, a menos de cinco meses de las elecciones en Estados Unidos, aprovechará la solidez de la economía de su país para opacar más a su rival Bob Dole. El coktail de medidas impulsadas por la política económica estadunidense logró crear 9.7 millones de nuevos empleos en cuatro años, sobre un total de 10 millones en todo el G-7, e hizo que en Estados Unidos la tasa de desempleo bajara de 7.3 por ciento a 5.6 por ciento. Sin embargo, Clinton deberá cuidarse de no irritar a sus interlocutores europeos, en el que con toda posibilidad será el tema más espinoso de la cumbre: la Ley Helms-Burton.
Los países de la Unión Europea y Canadá han protestado contra la legislación, mientras Alemania, Italia y Francia miran con preocupación las posibles medidas estadunidenses contra países como Irán y Libia, muy cercanos tanto política como económicamente a Europa.