Hasta el momento se han realizado en nuestra capital más ciclos de conferencias, exposiciones y simposia en torno de André Breton que en honor a David Alfaro Siqueiros. Ambos personajes nacieron hace cien años: Siqueiros el 29 de diciembre de 1896, se supone que en la pequeña ciudad agrícola de Santa Rosalía (Camargo) en el estado de Chihuahua. Hasta el momento, dice Raquel Tibol, no se ha encontrado su acta de nacimiento, pero tomamos la fecha por cierta, no el lugar, porque hay quienes dicen que José David nació en el Distrito Federal, aunque su familia es efectivamente de Chihuahua.
André Breton tuvo ``dos nacimientos'', el certificado oficial indica que nació el 19 de febrero de 1896, pero la fecha que adoptó ya como autor es el día 18 del mismo mes y año. Se dirá que un día antes no hace mucha diferencia, pero para él sí era cosa importante. Fue extremadamente parsimonioso con las reminiscencias personales, más aún con las que se refieren a su nacimiento. La mayoría de lo que dejó escrito tiene carácter autobiográfico y los incidentes de los que da cuenta son como ``casos'' abiertos al escrutinio clínico. De primer golpe dan la impresión de enorme apertura: no se esconde nada, Breton se mantuvo en la ``casa de cristal'' de la que hablaba. Al mismo tiempo, y esto es lo que resulta paradójico, sus escritos entregan poco o nada de su intimidad. El que haya preferido nacer el 18 de febrero se debió a sus conocimientos astrológicos porque ese día las constelaciones lo vinculaban a personalidades a quienes admiraba profundamente'' en específico a los poetas Arthur Rimbaud y Gérard de Nerval y al utopista Charles Fourier. De tal modo que Breton quiso colocarse desde el nacimiento en compañía privilegiada, la clase de compañía que su mentalidad y sus afanes le procuraron a lo largo de su existencia.
Desde hace meses la Casa del Libro de la UNAM ofrece un ciclo de conferencias sobre el líder del surrealismo y que a partir del pasado día 18 se verifican los martes a las 19:00 horas (en ocasiones anteriores las reuniones tuvieron lugar los miércoles). La coordinación de participantes se debe a Hernán Lara Zavala y congregan a poetas, escritores, filósofos, historiadores del arte, psicólogos etcétera. Son interesantes porque muchas de ellas guardan sentido crítico más que apologético y yo creo que eso está bien: cualquier texto, curso o conferencia ``será con sentido crítico, o no será'', parangonando el dicho bretoniano de que ``la belleza será convulsiva o no será''.
La vida de Breton es prodiga en paradojas. Creo que pocas personas saben que uno de sus escritos póstumos, casi a manera de testamento, es una auténtica ``Historia del arte'' que en tiraje limitado circuló por primera vez en 1967. Se trata de L'Art Magique, texto publicado por el Club Francés del Libro que circuló en un medio muy reducido. Contra lo que Bretón afirmó durante la etapa clave del surrealismo (entre la dos guerras), tenía de todas formas en mente un texto que lo sobreviviese y que situase al movimiento por él creado como eje de la historia artística de todos los tiempos, motivo por el cual la primera versión de su escrito salió acompañado de indicaciones sobre las ilustraciones que podrían acompañarlo en una futura edición. Dichas indicaciones son irreprochables en cuanto a que Breton señaló la localización de todas las piezas que deberían ser fotografiadas, o al menos imaginadas por el lector. Su idea data de los tiempos de Minotauro (la revista publicada por Skira que desde 1933 sustituyó a la austera La Revolution srrealiste). Desde entonces empezó a recopilar iconografía albergando la ilusión de realizar una historia del arte matizada por el ojo surrealista.
Finalmente, tras años de trabajo, la editorial Phoeubs pudo editar --ilustrado-- L`Art Magique en 1991 bajo la coordinación de Gérard Legrand. El libro, escrito lógicamente en francés, que yo sepa no ha sido traducido a otros idiomas ni ha alcanzado amplia difusión. Está dividido en cuatro capítulos: ``El arte vehículo de la magia'' (desde la prehistoria a nuestros días), ``Los tiempos modernos'' (desde la invención de la perspectiva hasta el Impresionismo, cubriendo lo que para Breton implica la crisis de la magia, incluyendo a dos ``grandes sintetizadores'' que son precursores del surrealismo: Gustave Moreau y ¡Gaugin!), ``La magia recuperada'' (el surrealismo propiamente hablando) y una encuesta, que es posiblemente la sección más valiosa del curioso y discutible volumen, lujosamente editado.
Breton mismo coordinó la encuesta, aunque no alcanzó a ver todas las respuestas a las preguntas que él formuló. Estas fueron complementadas por escritos que los editores obtuvieron y recopilaron a lo largo de años. Los encuestados tuvieron que responder a preguntas como éstas: ¿El antiguo mago es el artista moderno?'' (desgraciadamente nadie se refirió a Joseph Beuys). ¿El sentido del arte mágico es la larga duración? ¿Es la magia expresión de una necesidad inalienable del espíritu y del corazón que ni la religión ni la ciencia han sido capaces de satisfacer? ¿Tienen los objetos de orden mágico posibilidad de insertarse en nuestra vida cotidiana?
En otro artículo intentaré dar cuenta de los resultados de esta encuesta, así como del contenido del libro que, como el de 1957, se difundió al parecer poco.