EL TONTO DEL PUEBLO Jaime Avilés
Que vivan los chichimecas!

Desde la ventanilla del autobús, leo una pinta sobre la avenida Amenos de Tecamacharco: ``Fuera Suckel y Coddiu!'' Y al cruzar el Jardín Don Dan --así llamado en recuerdo de ``don Dante Aligheri'', según la placa debajo del busto--, alguien me entrega un volante que condena la presencia de estos pinochetistas en México. ``Tolerar que permanezcan entre nosotros'' --clama la octavilla-- ``es olvidar el horror de la dictadura chilena y la saña de quienes, ahora en nuestro suelo, colaboran con los que apuestan a que el fascismo sea la vía más corta al paraíso neoliberal''.

Vaya, vaya, me digo, caminando bajo las camelinas. No es extraño que un pueblo tan radicalmente panista sufra tal arrebato de internacionalismo proletario? Sobre todo porque proletarios aquí no hay: desde que Salinas vendió la única fábrica de la región --explicando que al sacarla a remate y comprarla como particular, donaría al gobierno el dinero suficiente para pavimentar el camino que llevaba a la fábrica misma--, la clase obrera, y por lo tanto la vieja cultura obrera de los tecamacharquenses, desapareció en pocos años, toda vez que, en cuanto quedó construido el camino, la fábrica fue desmantelada y los terrenos donde se asentaba desde 1938 se convirtieron en un fraccionamiento residencial, especialmente diseñado para lavar dinero ajeno.

La razón de Wonderbrá

Suprimir las industrias obsoletas, globalizar las empresas nacionales, reducir la inversión productiva multiplicando las tasas de productividad para recortar la mano de obra, es la única forma de impulsar una verdadera transformación social, según la doctrina neoliberalista: al despedir a los trabajadores fabriles, se les obliga a incorporarse al sector de los servicios. Y a qué servicios se incorporan? A los que ofrece la economía informal, que por otra parte cada día se pone más negra.

En la realidad --y no me refiero a aquella donde vive Clinton, el niño de la selva--, el modelo de Salinas, Zedillo y el PAN, ha impulsado un cambio social pero a favor del hampa, donde los viejos actores de la cultura obrera, los ex trabajadores y sus políticos, se transforman poco a poco en parte del lumpen. Y el lumpen, desde el poder, se cubre con el manto del puritanismo.

Al igual que en Monterrey y en Guadalajara, los pudientes de Tecamacharco se escandalizaron con la fotografía del espectacular de Wonderbrá e insultaron de paso la memoria de una de las grandes obras del Siglo de Oro: ``Los pechos privilegiados'', se entiende. Pero aquí la razón de su ira se supo muy pronto: las esposas de los regidores del cabildo, forzaron a sus maridos a exigir que tapen, con un vestido hasta el cuello, a la muchacha del anuncio, pero que le quiten el brasier y que se lo pongan a Camila de los Reyes.

En una atmósfera oscurantista como la de este pueblo --donde las beatas de la Cofradía Tras Día llevan media semana de ayuno, en protesta porque un seguidor del abad Schulenburg quiere que el Templo de Nuestra Señora de Lourdes pase a llamarse de La Soledad, en virtud de no sé qué enredo teológico--, me sorprende, insisto, que haya tantas pintas en contra de los chilenos indeseables: Pedro Suckel y Gonzalo Coddiu. Sin embargo, al llegar al Imperio de los Sentidos, que alguien acaba de rebautizar como ``el emporio de los resentidos'', veo al tonto con grandes manchas de pintura en la ropa y en las manos, y comprendo el por qué en seguida.

--Se hace lo que se puede --me dice--. Hubo alguna carta?

Una propuesta mejorada

Debo admitir que no: la iniciativa de la semana anterior --que se cancele el sueldo del Presidente y que se le recompense con una pensión vitalicia al final de su sexenio-- no produjo ninguna adhesión. Nadie escribió para apoyarla, el entusiasmo que el tonto esperaba no engendró siquiera un fax.

--Es que la lanzamos sin haberla cocinado --me explica--. Dijimos que el monto de la pensión sería fijado por la sociedad a través de un plebiscito, no? Tengo una idea mejor: que en sus respectivas ofertas electorales, los partidos señalen cuánto le darían al ex presidente cuando lo sea. Tanto el PAN, tanto el PRI, tanto etcétera. Imagínate los discursos: si votan por mí, el gobierno dejará de ser una palabra entre comillas y le daré equis cantidad mensual a mi antecesor, como premio por haber trabajado seis años sin ganar un quinto.

--Hay otros temas --intento disuadirlo.

--Es que tenemos que inventar el país --continúa, duro y dale--. Y ya viene el foro del EZLN, que supuestamente será un diluvio de ideas.

--Tú crees?

--Nuestras por lo menos!

Expongo a su consideración algunos datos. En los estados del norte de la ``república'', según el politólogo Alonso Lujambio, la votación del PRD, en promedio, es de menos del 10 por ciento, mientras en los estados del sur, es de más de 30. Pero, de los 3 mil y pico de municipios que ha ganado ese partido desde 1989, la inmensa mayoría está situada en el medio rural y el 80 por ciento de ellos son de población muy escasa.

--Y eso qué tiene que ver?

--Pues nada --me excuso-- pero como se supone que ésta es una columna política...

Próximas visitas

Le cuento que escuché al politólogo Alonso Lujambio durante el debate de Amalia García con Andrés Manuel López Obrador, el jueves, en el Polyfórum Siqueiros, y le digo que hubo un momento clave, un detalle que no vio ninguno de los cronistas que publicaron al día siguiente: cuando los contendientes bajaron del escenario, los reporteros corrieron a amontonar sus micrófonos y preguntas en torno de López Obrador y de Lorenzo Meyer, que había sido, también, miembro de la mesa. Esta simple imagen, supongo, desmiente que la cosa terminó en empate.

--Yo no soy miembro del PRD, ni voy a afiliarme para votar el 14 de julio --dice el tonto, con repentina seriedad.

--Yo tampoco --le aclaro.

--Sí --añade--, pero yo intervengo en política con la única finalidad de impedir tres cosas y lograr una: que no masacren a los zapatistas, que el país no se hunda en la guerra ni en el fascismo, y que haya una transición absolutamente pacífica y civilizada, para que cambiemos de régimen y de modelo económico y vivamos como los suizos. O sea, yo estoy por la helvetización de este país, para lo cual, maestro, hay condiciones propicias, no olvides que los mexicanos, al igual que los suizos, viven en sus cantones.

--Entonces --replico--, tú quieres paz en Chiapas, democracia sin guerra y que esto sea un superlavadero de dinero y que la gente se suicide por aburrimiento.

--Con la condición que todos ganemos, y digo todos, por cabeza, 8 mil dólares al mes. Un poquito menos de lo que cobra Zedillo.

--Y para eso estás en la política?

--No --dice con resolución--. Yo, tú lo sabes, quiero que haya un final feliz, para poder regresar al cabaret. Bueno, pero tengo un tip que me dieron el otro día, sobre el proceso éste del PRD: Amalia García cuenta con el respaldo de catorce comités estatales, López Obrador no me acuerdo bien si con catorce o quince...

--Y Heberto?

--Según esto, como con tres.

--Cuándo? --dice, alzando la cabeza, Juan Cuervo, que hasta hace un instante dormía, aburrido de oírnos, un breve sueño alcohólico.

--Cuándo qué? --respinga el tonto.

--Que cuándo vas a comer con tres --gruñe Juan Cuervo y torna a dormirse en el acto.

--El sábado 13 de julio, o sea, en la víspera de las elecciones del PRD, López Obrador, Amalia García y Heberto Castillo, cada uno por su parte y a horas diversas, van a venir a Tecamacharco a cerrar sus campañas.

--Aquí?

Un grito estalla, de pronto, en medio de la sala.

--Me cago en el águila!

El rencor

Todos volteamos, de golpe, ante el aviso de la escatológica proeza.

--Otra vez don Enrique --susurra una mujer.

Sí, en efecto, don Enrique, el viejo maestro del pueblo. Parece que está discutiendo con un conchero que ha entrado a bailar para ganarse unas monedas y que lleva horas machacando con el rollo de la supremacía de los aztecas, un tema que enerva al profesor.

--Me cago en el águila y me cago en la serpiente! --declara el anciano estentóreamente-- Me cago en el centralismo! Vivan los chichimecas!

Son tiempos difíciles