Hasta hace unas semanas, el relevo de la dirección del PAN en el Distrito Federal se perfilaba como un proceso sin contratiempos, en la medida que la reelección de Gonzalo Altamirano Dimas parecía ampliamente avalada, como reconocimiento a la labor que ha desarrollado al frente del Comité Regional capitalino durante los últimos tres años. Sin embargo, a última hora surgió la candidatura alternativa de Jesús Galván, otro militante de larga trayectoria, lo cual además de calentar el proceso comicial interno, ha permitido que salgan a la luz pública los asuntos que están debatiéndose hoy dentro del PAN, particularmente de cara a la elección del virtual gobernador de la ciudad de México el próximo año.
En efecto, el nuevo dirigente regional del PAN tendrá como tarea fundamental organizar al blanquiazul para enfrentar la contienda de 1997 en la que la apuesta es alcanzar el gobierno del DF, lo cual aparece ahora ya no sólo como una posibilidad, sino como una probabilidad real. Desde esa perspectiva, los dos candidatos están de acuerdo en la necesidad de restructurar al partido y capacitar y profesionalizar a su militancia, para ampliar su penetración en las diferentes zonas de la ciudad y estar en mejores condiciones de competencia con los otros dos principales partidos políticos, pero también coinciden en la necesidad de contar con un aparato de militantes consolidado que permita eventualmente tener personal calificado para ocupar los distintos cargos del gobierno capitalino. Es decir, el objetivo es prepararse para atraerse el apoyo de los ciudadanos y ganar las elecciones, así como para eventualmente ejercer el poder con sus propios recursos humanos.
Las metas y hasta los programas de los aspirantes tienen muchos puntos en común; sin embargo, detrás hay diferentes concepciones tanto sobre las relaciones entre las estructuras internas, como sobre las estrategias organizativas del partido y los énfasis en las mismas, las cuales dan cuenta de las diversas posiciones que conviven dentro de Acción Nacional.
Mientras que para Altamirano Dimas, el núcleo central de la estrategia panista debe estar en el trabajo externo de atracción de simpatizantes, y en razón de éste impulsar la capacitación de los militantes y del trabajo partidario, para Jesús Galván el punto clave está en la modernización interna de la estructura organizativa de Acción Nacional en el DF. Mientras que para Altamirano Dimas, el proyecto del PAN en el DF debe encaminarse a lograr una mejor calidad de vida y de empleo, impulsando la tolerancia política y una moral de buenas costumbres, para Galván el centro debe estar en corregir la inseguridad capitalina y el modelo económico.
Quizá la diferencia más destacable esté en lo que se refiere a sus conceptos sobre el nivel de concentración en los cargos directivos panistas. Uno de los reclamos más claros de Jesús Galván a Altamirano Dimas va en el sentido de que es un dirigente que combina actualmente la responsabilidad de ser coordinador de la fracción panista en la Asamblea de Representantes del DF, con la de ser dirigente regional del partido, además de consejero nacional; Galván, en cambio, es un cuadro panista con licencia, que ofrece dedicarse de tiempo completo a la organización del partido. La demanda es de desconcentración de cargos para abrir la circulación de los cuadros panistas, no de renovación por una directiva ineficaz.
En el fondo de las divergencias está una lucha por mantener o deslindar al comité regional del DF respecto de la directiva central del PAN, lo cual no es una disputa nueva, sino que fue motivo de conflicto interno en momentos de relevo en el pasado cercano. Entre 1987 y 1993, cuando José Angel Conchello encabezó el comité capitalino, las elecciones internas revelaron tensiones entre dicho comité regional y el CEN nacional panista. Uno de los logros principales de Altamirano Dimas en los tres años de su dirección en el DF fue precisamente recomponer las relaciones con la directiva nacional del partido, en un afán de reunificación. Esta disputa con uno de los comités regionales más importantes no sólo por su peso político, sino por lo que estará en juego en el 97, vuelve a ser hoy centro de la expresión de corrientes dentro de Acción Nacional. No es casual, entonces, que quien abiertamente apoye la candidatura de Jesús Galván sea el mismo Conchello que defendiera, entonces, el derecho de la directiva capitalina de adoptar las decisiones políticas con independencia del CEN del partido.
No cabe duda de que el PAN vive una época de reacomodos internos, en buena medida producto de los avances que lograra el año pasado en términos de apoyo electoral; sin embargo, está muy lejos de tener el triunfo asegurado en las elecciones del año entrante, por lo que es indispensable que resuelva sus naturales disputas internas por los cargos de dirección con un espíritu de colaboración entre sus distintas corrientes. De otra manera puede sucumbir ante éstas, arriesgando los equilibrios internos que son indispensables para enfrentar las próximas elecciones.