La Jornada 16 de junio de 1996

Yeltsin, fanático del poder, enfrenta a Ziuganov, artífice del retorno rojo

Dpa, Moscú, 15 de junio Unos 150 millones de rusos fueron convocados a las elecciones generales que este domingo se celebrarán en la Federación Rusa, en las que se inaugurará una tradición hasta ahora inexistente, el traspaso del poder por voluntad de la mayoría.

A pesar de que son 11 los postulantes a la presidencia, la contienda se centrará entre el gobernante Boris Yeltsin y el comunista Guennadi Ziuganov, ambos otrora aparatchiks del desaparecido Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS).

Un total de 149 millones 400 mil ciudadanos rusos, de más de cien nacionalidades o grupos étnicos, deberán elegir este domingo, además de un presidente, a los 450 integrantes de la Duma Estatal, la Cámara baja, y a los 178 del Soviet de la Federación, la Cámara alta.

Los comicios en este país, de una superficie de 17 millones 75 mil 400 kilómetros cuadrados, distribuidos en 11 husos horarios, plantean, al menos en apariencia, al electorado ruso entre continuar con la política neoliberal y capitalista implantada por Yeltsin, o cons-truir una economía mixta, como por otra parte hacen algunas naciones ex socialistas de Europa del este.

Analistas consideran, sin embargo, que ambas tendencias existen en la actualidad, y se mantendrán independientemente de quién sea el vencedor de las elecciones que, anticipan encuestas de opinión, se definirán en una segunda ronda. La interrogante es si la Duma continuará como escenario de batallas que evoquen los conflictos entre la mayoría bolchevique o la minoría menchevique, antes de la Revolución de Octubre de 1917.

A pesar de los recursos potenciales heredados por la disuelta URSS, 91.3 por ciento de su petróleo, Moscú tiene serias dificultades para implantar una economía de mercado y, ante las presiones de Occidente, su influencia en la comunidad internacional se limita al poder de veto, que no ha ejercido, en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.

Yeltsin, un apasionado del poder

Aspirante a la reelección, Yeltsin logró en los últimos meses remontar el lejano segundo lugar que le daban los sondeos de opinión. De 65 años, y a quien dos ataques cardiacos obligaron a su hospitalización en sendas ocasiones en 1995, el gobernante es descrito por antiguos colaboradores como un apasionado del poder.

``El poder es su ideología, su amigo, su concubina, su amante, su pasión'', dice Viacheslav Kostikov, su ex director de prensa, quien en febrero pasado lo describió como una persona aislada de su pueblo y víctima de las lisonjas y manipulaciones de sus seguidores ines-crupulosos de línea dura, refirió Reuter.

Dos han sido los puntos centrales de Yeltsin en su discurso electoral. Por el lado económico, prometió salarios justos, empleos seguros y planes de jubilación para el año 2000. Asegura que aumentará los préstamos estudiantiles e inyectará más recursos a la decaída industria carbonífera. Anunció su intención de completar la transición hacia una economía de mercado para el año 2000, con un rublo estable, una inflación de 5 por ciento y un crecimiento anual de 4 por ciento.

Por otra parte, ha hecho énfasis en el riesgo que significaría para el avance democrático logrado hasta ahora el eventual retorno de los comunistas al poder, y a pesar de la cruenta guerra en Chechenia, que ha dejado unos 40 mil muertos, en su mayoría civiles, sostiene que un voto por él será un voto por ``la paz civil''.

Nacido en una pequeña aldea de los Urales, Butka, Yeltsin inicia su carrera política en su tierra natal. Estudiante poco ortodoxo para la época y deportista entusiasta, Yeltsin recorrió el país pidiendo aventón antes de comenzar a ejercer, a fines de los años 50, su profesión de ingeniero constructor.

No ingresó sino hasta 1961 en el PCUS. Designado ingeniero jefe de un combinado estatal de construcción de viviendas, inició un rápido ascenso político que le deparó en 1975 la jefatura del comité de distrito de Sverdlovsk. Pronto cobró popularidad entre la población por buscar diálogo directo con la gente para conocer sus problemas e inquietudes.

La fama de Yeltsin está íntimamente vinculada a la era de la perestroika impulsada por el último líder soviético Mijail Gorbachov, quien al llegar al poder en 1985 llamó a este desconocido político de provincia y pronto lo designó jefe local del partido en Moscú.

Pero la impaciencia de Yeltsin por acelerar las reformas, le hizo caer en desgracia a fines de 1987. Dos años después, Yeltsin retornó victorioso al Congreso de los Diputados de la URSS, con el respaldo de 89 por ciento de los votos. Poco después fue elegido diputado por el Congreso de los Diputados del Pueblo de la Federación Rusa, que lo elige presidente en mayo de 1990. Al poco tiempo, Yeltsin abandonó definitivamente las filas del PCUS.

En agosto de 1991, su fama se consolidó, cuando pocas semanas después de ser electo presidente encabeza la resistencia al fracasado golpe de Estado contra Gorbachov. En diciembre de ese año, junto con los presidentes de Ucrania y Bielorrusia, proclamó la disolución del Estado soviético.

En octubre de 1993, Yeltsin sofocó a cañonazos la rebelión que protagonizaron diputados comunistas, atrincherados en la Casa Blanca, y en diciembre de 1994 mostró una vez más su política de mano dura, al ordenar la intervención de tropas en la independentista república autónoma de Chechenia.

Ziuganov, un socialdemócrata

Maestro de nivel primaria y de matemáticas, Guennadi Ziuganov, considerado hasta hace no mucho tiempo un gris aparatchik, aprendió rápido las reglas del marketing capitalista, y ya no habla del proletariado ni de la lucha de clases.

Ziuganov, de 51 años, se presenta como un comunista más bien social-demócrata, y menciona entre sus modelos al ex canciller socialdemócrata alemán Willy Brandt.

``El Estado debe ser propietario para que pueda desarrollar sus programas sociales'', sostiene el abanderado del Partido Comunista, quien asegura que de ganar la Presidencia mantendrá la propiedad privada y el pluripartidismo. Ha reiterado que de convertirse en presidente no erigirá una nueva cortina de hierro, aunque en algunas ocasiones ha empleado un discurso nacionalista.

La carrera de Ziuganov en las instituciones del PCUS fue ejemplar. Comenzó como jefe de distrito en el komsomol de Oriol, y trabajó en la central del partido de la ciudad. En 1983, cuando Yuri Andropov era todavía secretario general del PCUS, se integró al Comité Central partidista.

No se le comprobó participación alguna en la intentona de 1991, ni en la revuelta de 1993, aunque fue uno de los firmantes del Mensaje al Pueblo, considerado el manifiesto de los golpistas contra Gorbachov.

Bajo su jefatura, el nuevo Partido Comunista se convirtió en la bancada más numerosa tras las elecciones de 1995. Los comunistas cuentan con 157 de los 450 escaños del Parlamento y, con cerca de medio millón de afiliados, es considerado el partido mejor organizado en todo el país.

Los restantes

Sin posibilidades de lograr un porcentaje significativo de los votos, los restantes nueve candidatos aparecen como meras figuras en estos comicios en los que a decir de Efe no habrá una opción real. Ellos son: el diputado millonario Vladimir Brynzlov; Gorbachov, más conocido en el extranjero, a quien las encuestas anticipan apenas 1 por ciento de los votos; el economista Grigori Yavlinski; el popular general Alexander Lebed; el desconocido ingeniero Martin Shakkum; el ultranacionalista Vladimir Zhirinovsky; el gobernador del distrito de Schesheglovsk, al oeste de Siberia, Aman Tuleyev, y el ex campeón olímpico Yuri Vlassov