Al cumplir la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) seis años de existencia, podemos constatar que el sistema nacional del ombudsman ya está bien instalado, mas aún no consolidado en nuestro país. Están las estructuras: una comisión nacional más 32 comisiones locales. Se fortalecen los procedimientos: la experiencia acumulada en pocos años permite operar con mayor eficiencia y conocimientos; atrás se quedan los errores, tanteos e inseguridad de los primeros años. Se profesionaliza el personal: la defensa de los derechos humanos ya no es materia desconocida: hay una vasta experiencia internacional que ya se incorpora en la preparación de los especialistas y técnicos al servicio del sistema. Y lo más importante: empieza a fincarse en la sociedad civil y política (inclusive en el aparato burocrático gubernamental) el inicio de una cultura de los derechos humanos, que estaba prácticamente ausente de nuestra vida cívica y política antes de la creación de la CNDH en 1990. (Y por qué no decirlo: antes de la formación de la Academia Mexicana de Derechos humanos en 1983, una pequeña asociación civil cuyo propósito ha sido precisamente contribuir a crear esta cultura de los derechos humanos.)Es digno de analizarse que en estos cambios se ha modificado el perfil de las quejas recibidas por la CNDH, aumentando significativamente aquellas relacionadas con la prestación de servicios médicos en las instituciones públicas (IMSS e ISSSTE principalmente). Por ello se considera importante la reciente creación de la Comisión Nacional de Arbitraje Médico. En cambio, ha disminuido el número de denuncias sobre tortura y lesiones a detenidos, lo cual es, sin duda, una buena noticia (sobre todo porque la existencia notoria de la tortura y su impunidad fueron uno de los motivos que condujeron a la creación de la CNDH en 1990).
Sin embargo, hay nubarrones en el cielo. El presidente de la CNDH, Jorge Madrazo Cuéllar, señaló la campaña de infundios mediante la cual se ha tratado de empañar la labor de la comisión, acusándola falsamente de ``defender delincuentes''. Todo ser humano, por delincuente que sea, tiene derecho a que se le respeten sus derechos humanos, pero como señaló Madrazo en su informe anual, solamente el 5 por ciento de todas las quejas que ha recibido la comisión durante el año provienen de presuntos delincuentes. También se ha mencionado (con nombres y apellidos) a los funcionarios públicos que se han resistido a aplicar (o a veces incluso a recibir) las recomendaciones de la comisión. (Recordemos que la CNDH sólo hace recomendaciones, no puede ejecutarlas.) Felizmente, son la minoría pero dan un mal ejemplo... y un mal sabor.
Más preocupante que lo anterior, a mi juicio, es que existen impugnaciones a la CNDH provenientes de la propia sociedad civil. Por ejemplo, en el caso de la matanza de Aguas Blancas, en que las investigaciones de la CNDH condujeron a señalar responsabilidades, algunas organizaciones civiles han manifestado su inconformidad, indicando que la CNDH no había ``ido suficientemente lejos'' en sus conclusiones. En general, estas organizaciones (tanto nacionales como internacionales) señalan que de hecho las violaciones a los derechos humanos van en aumento en el país, así como la impunidad de los violadores, expresión de la política autoritaria y represiva del gobierno, como consecuencia de la crisis y de la creciente violencia social. (Informe de la CMDPDH 1996, carta de las ONG's canadienses al presidente Zedillo hace unos días.)Si bien todo mundo sabe que la mera existencia de un sistema nacional de defensa pública de los derechos humanos no acaba ipso facto con las violaciones de éstos, es preocupante que los abusos continúan y aumentan. También preocupa que existan voces en la sociedad civil que desconfían de la eficacidad del sistema del ombudsman. A pesar de ello, la consolidación de este sistema es fundamental para fortalecer el Estado de derecho y las libertades y garantías individuales en nuestro país. Se ha recorrido un camino difícil, pero falta mucho camino por andar. Como bien señala en su mensaje el presidente de la CNDH, ``mientras más avanzamos en nuestra responsabilidad de defender los Derechos Humanos, más se despeja el camino para divisar el largo trecho que nos queda por andar''. Es importante que este señalamiento, que invoca el largo plazo, no se pierda en las denuncias y réplicas de las coyunturas. En esta tarea tenemos responsabilidad compartida todos los mexicanos.