La Jornada Semanal, 9 de junio de 1996


Cartas de Germán Arciniegas
a Carlos Pellicer

El ángulo difícil del paisaje

Este año, el escritor colombiano Germán Arciniegas recibió el Premio Alfonso Reyes. El autor de Biografía del Caribe, escribió decenas de cartas al poeta Carlos Pellicer. Gracias a Carlos Pellicer López, sobrino del poeta y autor del mapa imaginario que ampara este número, pudimos asomarnos a una correspondencia llena de amistosas confabulaciones. A continuación, abrimos el imaginativo buzón de los poetas.



Caracas, 8 de agosto de 1970

Señor Don Carlos Pellicer,

Mi querido Carlos:

Me he portado como un perro y tienes que disculparme. Tus sonetos de hace un año me llegaron al alma, aunque lo que esperábamos era tenerte en Caracas y lo que nos duele es la enfermedad de Juan [Pellicer Cámara] y las noticias de tu propia salud. Sabes muy bien cuán entrañablementequiero a Juan y ya comprendes hasta dónde me preocupa su estado.

Ahora que se acerca el término de mi misión en Caracas y que de veras necesitamos Gabriela y yo del descanso, con frecuencia pensamos en ir a pasarnos unos meses rodando por México y reanudando los mil y un diálogos que se nos han quedado en proyecto. Publiqué en El Nacional tus sonetos y no falta ya quien se sepa de memoria el dedicado a Simonetta, que de todos es el que más me ha llenado de íntimos regocijos. Soy tan sinvergüenza que había llegado a pensar que ignoraras mi inclinación a la niña de la primavera y del nacimiento de Venus (que no era tan niña), pero ahora la veo surgiendo entre los jardines flotantes de Xochimilco. Son las carajadas maravillosas que los poetas tienen derecho a inventar. Te tenía aquí algunos regalos de los cuales te mando uno por correo para halagar tu espíritu bolivariano. Recíbelo a nombre del general Santander de 1819, que fue el pisco fabuloso a cuya gestión grábatelo en el alma se debió nada menos que la posibilidad de que tu don Simón tornara a dar la Batalla de Carabobo y fuera luego hasta Pativilca y a Ayacucho. El Romancero Bolivariano que publiqué el año pasado y que es el que te va a llegar de un momento a otro correo aéreo te mostrará cómo los colombianos de la plaza de Bolívar recuerdan a su Libertador, que de paso fue también el Libertador de Venezuela. Te digo todo esto porque ahora una trinca de periodistas expertos en el chantaje ha desatado la más furibunda campaña que puede imaginarse, pidiendo hasta que se me expulse de Venezuela por haber recordado los días gloriosos en que Bolívar, Sucre y Anzoátegui pasaron la Cordillera como indocumentados hacia la Nueva Granada y de la Nueva Granada vinieron, en la misma forma, Ricaurte Girardot y el Almirante Padilla. Días de maravilla en que las dos repúblicas eran una sola y la familia común sólo tenía por pasaporte su pasión libertadora. Aunque no lo creas, la campaña llevada a cabo simultáneamente por tres diarios y dos semanarios que en conjunto representan la mayor suma de papel circulante en Venezuela me ha quitado muchas horas, sin contar con las infinitas molestias y desagrados para Gabriela, pues la han sincronizado con llamadas telefónicas anónimas desde las 5 a.m. hasta las 3 a.m. Aunque toda Venezuela ha sentido repugnancia por todo esto, no quiere decir que no me hayan quitado mucho tiempo y causado infinitos desagrados. Lo cual explica en parte el que no te hubiera escrito antes. Para Juan y sus hijos estrechísimos abrazos y para ti el muy fraternal de,

Germán


Enero 26, 1920

A bordo del "S.S. Turrialba" y en la Bahía de Sta. Marta

Don Carlos:

El mar sólo ha venido a confirmar mi entusiasmo. Se ve que la amplitud del mundo no puede ser un mito. Al fin he visto algo casi tan grande como mis anhelos y quizá más bello.

Varias veces recordé sus versos. Usted ve como debe verse el mar. Como lo ve un artista, con un temperamento de artista griego. El espíritu griego? Seguramente.

Qué encantadora es Barranquilla. Si tuvieran más gusto ornamental; si en los bellos edificios de cemento no fueran tan triviales las puertas y tan escuetos los techos y tan chillones los colores; si las calles fueran pavimentadas y si los periódicos adquirieran tipos menos extravagantes y más nuevos; si esto se lograra, Barranquilla sería ideal. Porque una ciudad donde entre doscientos automóviles los Ford no alcanzan a diez, es francamente encantadora. Y una sorpresa: No hay tanta pianola en Barranquilla como en Bogotá.

Pero no sigo en estos análisis. Sólo apunto una cosa que no podré olvidar. Voy a un almacén, compró una mercadería, pago y cortésmente digo: "Muchas gracias, con permiso", y el dependiente, muy seco, dice: "Bien puede." Le garantizo a usted que me aplastó. No conocía tal costumbre y debí contenerme para no decirle: "Sea usted menos grosero."

No vi a Samper y gasté no poco tiempo averiguando su paradero.

Hablé con Vinyes [?]. Que interesante es Vinyes. Inquieto, sutil, poco metódico en su conversación. Me regaló un ejemplar de Voces donde juzga mis "Harmonías": es lo que más me gusta de lo que se haya escrito sobre el folleto. Sin duda me ha comprendido. Si ve usted ese número, no deje de leer lo que dice de Gómez Carrillo.

En cuanto al Magdalena, lo hallé tan severo, tan majestuoso, que vale dejarlo intacto. Intenté escribir allí un soneto y me faltaron doce versos. Sólo alcancé (operación aritmética-retórica) a dos, pero tan enormes, que temí no poder sostener con éxito el asunto. Dije: "Un cielo azul y pico (ya ve que no exagero)"; no los cree usted famosos? Pues bien: no hice el esfuerzo por terminar mi soneto. Para qué trabajar en momentos de dulce morfimonotonía? Sé, eso sí, que el día en que haga mi soneto, en que lo concluya, tendré una cosa magistral. Pero: no teme usted las cosas magistrales? No son ellas indigestas y chocantes?

El Alto Magdalena, sin ser tan bello, tiene su valor. Pero por ver la musculatura de los bogas descuidé la contemplación del paisaje.

Me olvidaba. He ido subiendo en la carta y no veo objeto en llegar a Girardot.Mejor será desordenar algo este monólogo y apuntar en otra dirección. En la nueva literatura el mayor goce consisteen dislocar la rosa de los vientos y en esto algunos buscan curvas elegantes y otros ángulos difíciles (aquí yo).

Pues bien. Vinyes me mostró la colaboración que le llega y el material con que llenará las próximas entregas de Voces. Gabriela Mistral le envió más versos y Vicente Huidobro, nuestro gran Vicente Huidobro, que ahora vive en la Argentina, también. A LeGris le dedicará todo un número. Otro lo llenará con lo que yo traje de nuestros amigos de Bogotá. Y lo suyo? Cuándo llegará, amigo don Carlos?

Conoce usted la vida a bordo en un buque de la United. Hoy los pasajeros valen poco. (Y cómo me gozo en mi yo.) No mueven el piano sino unas niñas aprendices: do, re, mi; re, mi, fa; mi, fa, sol; do, re, mi, fa, sol, la si, si, la sol, fa, mi, re, do. Y en la victrola discos yanquis: Two Steps, Fox Trots. Lo único que vale es una selección del Hawai. La música del Hawai es sentidísima. Decididamente, son menos salvajes los hawaiianos que los yanquilandeses.

Escribiendo esta carta lleno una necesidad digestiva. No sé si llegue a sus manos: poco importa. Sólo quería escribir y hacerlo con largueza.

Veo nuevamente el mar por una ventana: está tranquilazo. Lo repito: no hace sino armonizarme y, como es necesario un contraste, aquí, a dos pasos, están las niñas insustanciales, hablando del mareo y de los vestidos. En el Magdalena soñé una lindeza italiana. El lago de Como? El de Trasimeno? Tal vez:

...En fin: una cosa linda, si se quiere una fantasía estilizada pero linda y no más. Yo no cantaré al mar.

Salud amigo don Carlos. Me voy porque en este Music Hall hay mucha revista comercial del norte: El Exportador, la Revista [ilegible]... el directorio de teléfonos de Chicago(!), la guía comercial de Filadelfia y otras tecnologías semejantes. De modo que el aire se carga de números y puedo inspirarme. Usted sabe que siempre he soñado en ser un yanqui artista. Voy largo, como una sola sombra, culebriando mi sonrisa por entre los cabellos rubios y los ojos azules y,

Señor Don Carlos

Salud,

Gaseyra

[seudónimo de Arciniegas]




Sobre el crepúsculo y monstruos del agua

José Lezama Lima



Los antiguos rescataban la luz del crepúsculo de la luz del sol. He ahí la atracción del crepúsculo para el río creador, y también para el paseo. El crepúsculo de alba despertaba lo germinativo en el hombre, paralelizado con la primera fuerza del día. El crepúsculo de tramontana nos llevaba al paseo, por eso la gran cantidad de romanos que se dirigían al Forum a las seis de la tarde, para ver el deslizamiento del rayo por un agujero hecho en la roca. La noche, en tinieblas, mordida por las tenazas de los dos crepúsculos, se enemistaba más furiosamente aún con la luz. Por eso en las itologías nórdicas, lo crepuscular como final reemplaza a lo apocalíptico o catastrófico. El crepúsculo de los dioses, con lo que se despide una mitología de guerreros, está en los antípodas de lo apocalíptico, en el que parece que el sombrío cono final pasará de la noche al total despeñadero.

No olvidemos esta luz de crepúsculo que [no] puede calentar más que a muertos. Pues en el crepúsculo, descansan y hablan los guerreros y los ciudadanos. Si lo hacen de noche, es para conspirar; si lo hacen de día, es para mercar. Pero la luz penetrando por el círculo dominado del Forum, es un misterio para ambos, aunque se trata de militares retirados y de ciudadanos navegantes.

Es muy curioso que en el Génesis se refieran a los grandes monstruos del agua. Por qué se calificaba a los peces de monstruos cuando a su lado aparecen los pájaros con el tranquilizador epíteto de alados? Recordemos que en la decadencia romana los spintrias, los andróginos, monstruos de tierra, eran arrojados al mar para encontrarse con los que naturalmente son monstruos y poder engendrar la prole de lo monstruoso? []No sería que el monstruo formaría un animal más, una especie distinta, que apareció también el día quinto, en que aparecieron el resto de los animales[?] Todo animal rápido desenvolviéndose en una cámara densada, obligado a la incesante refracción no engendra con lo hipertrófico, lo monstruoso? []Pues acaso, lo monstruoso no tiene también que formar pareja con algo que él mismo desconoce[?]





Fascinación de la memoria

José Lezama Lima