La Jornada 9 de junio de 1996

El escritor Vázquez Montalbán, polaco verdadero, habla para La Jornada

María Silvia Pérez, Especial La Jornada, Madrid El escritor y poeta español Manuel Vázquez Montalbán presentó su más reciente novela, Un polaco en la corte del rey Juan Carlos.

Publicada por Editorial Alfaguara y con 552 páginas, la obra ofrece un testimonio periodístico de la actualidad española y un severo análisis de los separatismos regionales y lingísticos, como uno de los temas más controvertidos en este país y que ha sido denominado como el hecho diferencial. Para entender Un polaco en la corte del rey Juan Carlos, hay que clarificar el significado del término ``polaco''. Según el Diccionario de argot español y lenguaje popular de Víctor León, que el mismo autor cita en la página 9, dice: Polaco, -a (s. y adj.). Catalán/Mallorquín. Vázquez Montalbán es entonces un polaco nacido en Barcelona en 1939, licenciado en Filosofía y Letras y Periodismo. Ha colaborado en todas las publicaciones españolas que conforman una generación. Ha recibido el Premio Planeta, el Premio Nacional de Narrativa y el Premio de las Letras Española, entre otros.

``He de ir a Madrid para ver al rey'', se propone como objetivo el escritor catalán en el primer capítulo. Y para ello consigue que se facilite el camino para llegar a entrevistarse con el monarca español. Mientras tanto, enumera los agravios y conflictos en torno a este antagonismo repasando la situación política, económica, social y cultural del país abarcando, desde luego, el problema lingístico.

En el amplio Salón Embajadores del Hotel Palace de Madrid, Vázquez Montalbán conversó con La Jornada de México:

Es usted un polaco verdadero?

Mi abuelo paterno era un gallego; el materno, un murciano jubilado al que le salió una hija separatista catalana y anarquista. Tengo raíces en demasiadas gentes de España, y España es sus gentes, no sus límites geopolíticos ni simbólicos. Sus gentes son mi gente, y hacia ellos siento la comunión, la de los nacidos débiles, eso que se llamaba condición humana. Sí, soy un polaco.

El antagonismo entre Madrid y Cataluña también es literario?

El desconocimiento entre el centro y la periferia es mutuo. Durante una larga época el centro ha obviado esta cuestión porque tenía la mayor correlación de fuerzas. Cuando hay una situación de crisis todo el mundo recurre al almacén de los prejuicios y de los tópicos. Por ejemplo que los catalanes son unos tacaños, unos filisteos y unos fenicios. Que los madrileños son unos protegidos a la sombra del poder político, que los otros unos gandules. Son tópicos que las comunidades acuñan y luego son imposibles de desmontar y se reciclan. Pero no es sólo un problema de España, sino de aquellos países en donde hubo crisis de Estado. Tengo la esperanza de que la literatura se encuentre al margen de situaciones geopolíticas.

Cuál el origen de este nuevo trabajo?

Mi interés surge después de las elecciones del 93 en España. En ese tiempo se produce una extraña vivencia colectiva de tipo político y cultural que se escenifica en Madrid. Todos se sentían asediadores y asediados. Ello generaba una sensación de crispación, que podía ser contemplada desde la periferia y no dominar todas las claves de lo que ocurría; esto dio origen a este libro. Es la imagen de un periférico o de un polaco. Este término se utiliza para nombrar a los mallorquines o catalanes. Su uso proviene del siglo pasado cuando se comenzó con el servicio militar obligatorio. Entonces mucha gente de España desconocía que en Cataluña, Mallorca, Valencia, Galicia o en el País Vasco se hablaba otra lengua. Como los catalanes y mallorquines eran los más numerosos y hablaban en una extraña lengua, los demás coincidieron en llamarlos los polacos. De ahí se incorporó al argot, primeramente como algo novedoso y luego como algo despectivo. Finalmente fue recuperada por Ramón Mendoza (ex presidente del Real Madrid) el día en que el equipo ganó una supercopa y al grito de al bote, al bote, polaco el que no bote, Mendoza contribuyó a su traslado hacia el territorio de lo deportivo.El libro parte de esa imaginación inicial, un polaco de la periferia tiene necesidad personal de ir a Madrid para ver al rey y que él le explique lo que está pasando, puesto que es el rey de todos los españoles y se convierte en el árbitro de la situación. Cuando comencé a urdir esta trama recordé el clásico de Un yankee en la corte del rey Arturo y de ahí proviene el título de mi novela. Antes de llegar al rey y mediante un complicado juego para conseguir esa audiencia, en el camino intenté hablar con todos los poderes fácticos, aún existentes. No tuve en cuenta el militar, porque con gran alivio siento que los militares no son una amenaza hoy día. Me bastaba con la iglesia, el poder económico, judicial, financiero, cultural, social para ir ofreciendo un cuadro de la situación, completado con la descripción de los ambientes propios. Todo esto compone un mosaico que interpretado por el lector, creo que da el retrato de una atmósfera ligada a la capital del Estado, en una etapa que ha sido definida por algunos como la Segunda transición.

Madrid en esos días, mientras esperaba el cambio de gobierno, se parecía a Roma esperando la invasión de los bárbaros. Yo les llamaría los aznaritas, como la tribu bárbara captada a las afueras de la ciudad que ya había enviado un emisario para ocupar el gobierno autonómico con Ruiz Gallardón, pero se esperaba la llegada del auténtico jefe bárbaro que iba a apoderarse de la ciudad y todos querían ver qué pasaba.

El libro termina con un pacto entre Pujol y José María Aznar, que realmente se ha producido, con notables cambios morfológicos y de contenido que de hecho causa una sonrisa, porque el libro comienza con un pacto con los polacos y termina con otro pacto con los polacos.

Se entrevistó con José María Aznar?

En este país siempre tiene que haber un ausente y el único ausente de este libro es Aznar porque no pude hablar con él. Nunca me concedió una entrevista y eso me dio gran libertad para imaginar este personaje, para construirlo en función de lo que había dicho y hecho más lo que se decía de él. Es el personaje más retratado del libro y que tiene más dedicación, aunque no tanto como Felipe González.

De los numerosos personajes públicos que ha entrevistado, cuáles le han causado mejor o peor impresión?

Cada encuentro tiene una función. Además con cada entrevistado trato de respetar su código lingístico, de cara a que el lector tenga una impresión de veracidad, porque el sistema lingístico de una persona traduce su manera de pensar. En algunos casos he tenido que suavizarlo como con Felipe González. He respetado sus latiguillos famosos como ``por consiguiente'' lo que traduce que es una persona que mientras habla está pensado si eso le conviene y cómo puede cambiarlo en un momento dado. Es decir, tiene un merodeo de pensamiento que se corresponde con un merodeo verbal. No me ha defraudado ningún entrevistado, además quiero que tengan en cuenta los que leen este libro que asisten al despiece de un ecosistema.

Este clima de crispación que usted ha detectado luego de las elecciones del 93, se ha disipado con las elecciones del 96?

Sí, con respecto a lo que tenía de operación de acoso y derribo del poder. El objetivo fundamental se ha conseguido. Aunque aún hay materia real de escándalos como la corrupción y el caso GAL darán mucho que hablar. Hoy estamos asistiendo al desvelamiento de tres casos, pero como me dijo el juez Garzón: hay GAL hasta el año 2008, a no ser que se encuentre una vía de escape. Esto puede ser una vuelta al estado de crispación a medida que se conozcan los datos reales de esa operación. Pero el conjunto de problemas de aquel momento es difícil que se vuelva a plantear.

Cómo interrelaciona la poesía, los ensayos, el periodismo y las novelas?

Tengo el mismo sistema de construcción, las mismas obsesiones, el mismo amateurismo lingístico y el mismo recurso al collage en mis columnas periodísticas, poemas, libros de ensayos y novelas. Lo que cambia es la relación formal en función de la materia prima de cada desafío. Este libro, desde mis claves y atributos como escritor, la única manera de materializarse era que fuese tal como es. Es como una larga indagación provocada por elementos de ficción. Como indagación es un viaje periodístico; como provocación y finalidad se parece mucho a lo que puede ocurrir en un libro de ficción. Hay algo que desvelar y en complicidad con los interrogados se produce el desvelamiento. Es un método de encuesta sociológica que se resuelve en clave de novela.

Usted es republicano o monarquista?

Soy un radical esencialmente republicano. Pero me he metido dentro de esa percepción de la monarquía en España a la que todos recurrimos de hecho. Los más entusiastas dicen que el rey Juan Carlos es republicano; otro sector dice que es un gran profesional, y unas izquierdas dicen que el nuevo orden no pasa por monarquía o república. Yo me muevo entre el segundo y tercer grupo. Entre decir que es un buen profesional y que el orden de prioridades no pasa por la monarquía o república.

Cuál es la impresión que se llevó de la corte del rey Juan Carlos?

Se sorprendió mucho de que yo fuera el polaco y hablamos de Polonia, de Pujol y de otras cosas. Se sorprendió cuando se enteró de que Colón era religioso y me demostró que tenía un censo completo de los políticos que habían pasado por el Seminario, cosa que me asombró mucho. Luego hablamos de cuestiones gastronómicas, de invasiones lingüísticas, toda esta conversación está reflejada en el libro.