Buena semana de regreso a casa!
Porque a mi alrededor, en nuestro entorno, se ha producido un montón de acontecimientos suficientes para que, en el inicio de uno de estos artículos míos, a veces tenebrosos, apareciera en letras más pequeñas una dedicatoria.
Esa era, por supuesto, mi intención cuando supe que a Antonio Helguera le han otorgado el Premio Nacional de Periodismo. Nada más merecido. Aunque después de nuestra Asamblea a él y a Pedro Valtierra les tendríamos que otorgar también el premio al escrutinio perfecto. Lo que no debe extrañar a nadie ya que con el lápiz Antonio y con la cámara Pedro son auténticos escrutadores: indagan, examinan cuidadosamente y exploran (como dice el Diccionario de la Real Academia) más allá de la apariencia de las personas y las cosas.
Pero y dónde dejo a Carlos Payán y a Carmen Lira? A Carlos por ser el autor principal de esta obra, de estos muros de La Jornada en que grabamos cada día bajo su dirección, durante doce años, lo que México es y lo que debiera ser. A Carmen porque de nuevo se mete en la guerrilla a llevar su lucha a los lugares más difíciles. A estar en el centro de lo más importante. Pero tambien a Rodolfo Peña por esa difícil decisión de retirar una candidatura que estaba bien fundada, por supuesto. Y a Benjamín Wong, a quien me dio tanto gusto conocer personalmente: inteligencia evidente y buen estilo, uno más de mis contrarios accidentales a quien declaré mi interés por ser su amigo. Lo seremos.
Y dónde dejo a Elena Poniatowska y su bello discurso de lanzamiento de la candidatura de Carmen, la de la carita redonda? Y a Carlos Fuentes, respecto de quien oí en España rumores alarmantes de su estado de salud, hoy premiado con mejores títulos que nadie con un doctorado Honoris Causa de la UNAM, que honra tanto a quien lo recibe como a Pepe Sarukhán por otorgarlo?Que no merece una felicitación Rosendo Flores por su valor de lanzar a la Asamblea, obviamente contraria a sus perspectivas, una seria denuncia esté o no fundada y a Cesar Rodríguez Neumann por sus claras respuestas desde la presidencia del Consejo de Administración? Y dónde colocar la sabia, discreta pero firme dirección de la Asamblea por nuestro cura consentido, el querido Miguel Concha?Pero salgamos de casa que tambien en la calle hay cosas que celebrar.
Confieso que me emocionó volver a ver al maestro José López Portillo en la entrevista televisiva, inicio de un nuevo programa que promete cosas. Porque un hombre tan vanidoso, con toda razón dicho sea de paso, de su presencia física, que fue capaz de ordenar la exhibición de un reportaje sobre sus actividades deportivas cuando era Presidente, hoy compareció con limitaciones, por cierto que mínimas pero aún dolorosas, para dar una clase de Teoría del Estado, quizá no el discurso esperado de crítica política salvo, y lo resolvió con gracia, cuando se dio cuenta de la trampa del hábil reportero que lo llevó a rechazar las huelgas de hambre. Me impactó, dicho sea de paso, su augurio de que estamos en el camino del sistema parlamentario. No lo olvidemos. Pero admiré sobre todo su difícil decisión de salir a la calle en condiciones tan diferentes de las que le conocimos.
Y no habría que felicitar también por el debate que no era debate pero fue debate entre Cuauhtémoc Cárdenas y Diego Fernández de Cevallos? Desde luego a Canal 40, quienesquiera que sean sus titulares y a Virgilio Caballero y Ciro Gómez Leyva por su conducción.
La felicitación mayor, desde luego, para ambos contendientes. Cuauhtémoc demostró que se aprendió la lección de hace dos años producto de una intoxicación natural de exceso de precauciones y de perder la libertad de decir lo suyo. Comprobó, además, que es un extraordinario corredor de distancias largas (dos horas de programa que se pasaron volando) y que contra lo que muchos que no lo conocen ignoraban, sabe sonreir. A Diego por que más allá de su ademán a veces o casi siempre de cierta soberbia que se acompaña de una voz y una presencia física notables, tambien supo superar su bache final y entender que el diálogo pequeño es mejor que el discurso grande al menos en el ambiente de una charla entre amigos. Aunque sea frente a las cámaras. Y estoy con Diego en que también hay que reconocer lo bueno y con Cuauhtémoc en que lo difícil es encontrarlo en la acción de nuestro gobierno. Que de todas maneras Cuauhtémoc, no sin ciertas reservas, admitió que puede hallarse.
Yo también pienso que lo hay y va por delante mi sincera felicitación a Ernesto Zedillo y con él a Herminio Blanco y a José Angel Gurría por la rotunda definición de la oposición de México a ese monstruo aparatoso e imprudente de la ley Helms-Burton, un mecanismo electoral del joven Clinton que está colocando a Estados Unidos en la peor posición internacional de su historia. Con toda razón Jacques Attali, en un espléndido trabajo de 1991, Milenio, habla de su decadencia al muy corto plazo, para dar lugar a la hegemonía japonesa y, bajo ciertas condiciones, a Europa en el siguiente siglo. Dicho sea de paso, es un libro que nos aclara muchas cosas de nuestra propia política económica.
Y ya puestos en gastos, lo que nunca pensé que podría hacer: felicitar muy efusivamente a los miembros de la OEA, ese engendro macartista de Estados Unidos, que hoy ha rechazado rotundamente a la misma ley norteamericana.
Ver para creer...