Angeles González Gamio
Distinguidos cocheros, caballeros esclavos

Del Señor Sacramentado era el nombre de una de las congregaciones que tenían su sede en la antiquísima parroquia de San Sebastián, fundada a principios del siglo XVI, en el sitio donde se encontraba el adoratorio del barrio mexica de Atzacualco. Enfrente se delineó una plaza, probablemente del trazo original de la ciudad azteca. Los franciscanos, primera orden religiosa en arribar a la Nueva España, fueron los encargados de darle vida hasta el año de 1585, en que el séptimo virrey don Alvaro Manríquez de Zúñiga ``grilló'' para que se la dieran a los carmelitas descalzos, que acababan de llegar de la península y necesitaban un lugar para instalarse.

Allí permanecieron mientras edificaban su propia iglesia y convento en un sitio muy cercano. Para no ser menos, también se hicieron una plaza. Desde luego la dedicaron a la virgen del Carmen; a ese lugar se trasladaron en 1607, y San Sebastián pasó a los religiosos agustinos, quienes la tuvieron en sus manos hasta 1750 en que fue secularizada.

Por instrucciones de los reyes de España, además de la mencionada al inicio de la crónica, en 1793 se fundó en esta parroquia la Insigne y Real Congregación del Alumbrado y la Vela Perpetua del Santísimo Sacramento, con las mismas prerrogativas de la que existía en Madrid. De inmediato toda la aristocracia novohispana se inscribió en ella; alrededor de la plaza se edificaron importantes construcciones, seguramente de personas de prosapia.

Increíblemente tanto el templo como su hermosa casa cural aún existen, al igual que algunas bellas residencias. Con toda seguridad en años recientes, al frente de la iglesia estuvo algún sacerdote de la escuela del obispo cuernavaquense don Sergio Méndez Arceo, quien imprimió un estilo en la restauración de sitios religiosos, pues San Sebastián está decorado con gran sobriedad: muros desnudos pintados de blanco y el del altar en rojo sangre con un severo Cristo y como único adorno el bello púlpito, tallado en madera con restos de fino policromado, original del siglo XVII.

Es emocionante observar su techo de dos aguas con vigas, que en sus buenos tiempos tuvo un elegante artesonado, como eran todas las iglesias en el siglo XVI; la moda de la bóveda y la cúpula se implantó hasta el XVII. Alrededor de la plaza todavía se conserva una casa espléndida, que un tiempo fue el Museo del Deporte. Desafortunadamente todo el lugar requiere de una buena limpieza y arreglo, excepto la antigua parroquia que se conserva en muy buen estado.

En el mismo caso está la cercana Plaza del Carmen en donde se encuentra la iglesia de los carmelitas, cuya historia es bastante distinta, pues la primitiva del siglo XVII, fue sustituida en el siguiente, para modernizarla con bóvedas y cúpula. Nuevamente a principios de la presente centuria, con generosas limosnas fue renovada y es la que podemos ver en la actualidad.

La orden religiosa de Nuestra Señora del Carmen fue muy querida en la Nueva España. La fundó fray Bertoldo, oriundo de Calabria, en el llamado Monte Carmelo de Siria, en 1202; las reglas eran tan severas que el papa Inocencio IV consideró prudente suavizarlas. Sin embargo en el siglo XVI Santa Teresa y San Juan de la Cruz decidieron hacerlas nuevamente severísimas. Quizás eso explica el fragmento del célebre poema que se atribuye al uno y al otro, que dice ``muero porque no muero...``Así las cosas, en México fundaron varios suntuosos conventos, como el que se encuentra en San Angel, el del Carmen de Celaya, Santa Cruz de Oaxaca, Santa Teresa de Querétaro y el de Morelia. Antes de 1861 en que el gobierno juarista los despojó de sus propiedades, tenían 26 casas de renta en la capital, cuyo valor montaba la respetable suma de 227 mil 400 pesos... de los de mediados del siglo XIX.

La antigua plaza del Carmen también es conocida como ``del estudiante'' pues allí se encuentra una enorme casona de ladrillo con su sabor muy deciminónico, que aún funciona como albergue de jóvenes.Este rumbo tiene glorioso futuro aunque su presente esté deteriorado, pero su hermosura y dignidad están allí, esperando que los alcance la restauración del Centro Histórico; un primer paso sería la reubicación de los vendedores ambulantes que lo ensucian y esconden.

Una cosa agradable: junto a la iglesia del Carmen está la sede de Pan Segura, esa antigua panadería que allí hornea las sabrosuras que expende también en su minisucursal de 16 de Septiembre. Sus deliciosos aromas hacen irresistible adquirir una chorreada de piloncillo, un polvorón de cacahuate o el tradicional cocol de anís.