La Jornada 8 de junio de 1996

Violencia contra tarahuamaras, denuncian jesuitas en carta a Barrio

Alejandro Romero Ruiz, corresponsal, Chihuahua, Chih., 7 de junio La Comunidad de Sacerdotes Jesuitas de la sierra Tarahumara y su superior provincial en México, Mario López Barrio, denunciaron el clima de violencia y homicidios que priva en la región, acentuado por la impunidad, el racismo y la revancha étnica de los chabochis blancos en contra de los indígenas.

En una carta entregada al gobernador Francisco Barrio, los sacerdotes jesuitas dan cuenta del crimen de José Cruz Gardea García, presidente seccional de Norogachi, acribillado a balazos el pasado 2 de junio, hecho que no se ha investigado, incluso ``se hacen maniobras para encubrir y defender a los asesinos''.

El homicidio de José Cruz ``no es el primer caso. En menos de seis meses van tres muertes violentas, donde la misma familia es la víctima. Un primo y un sobrino de José Cruz fueron asesinados antes que él. No se ha hecho justicia y esa impunidad de algunos va propiciando nuevas agresiones''.

En el documento, firmado por 9 sacredotes de la Comunidad de Jesuitas en la Tarahumara, que incluye a los asesores del EZLN Jesús Ricardo Robles El Ronco y Javier Avila, se advierte que en los hechos de violencia y crímenes ``se manifiesta un racismo soterrado que puede ser explisivo, y parece haber una revancha étnica de los blancos contra los indígenas''.

Si los crímenes fueron planeados con una explícita conciencia racista, los hechos indican que se trata de una reacción de discriminación étnica, y esto hace la situación ``potencialmente explosiva, que podría acabar con la paciencia de los indígenas rarámuris'' (tarahumaras), expuso Javier Avila.

En la madrugada del día 2 de junio, José Cruz, indígena rarámuri, fue asesinado de 5 balazos, luego de intentar, como autoridad en el poblado de Norogachi, sofocar una prolongada riña entre gente del pueblo con sujetos armados, quienes finalmente lo acribillaron.

Los homicidas fueron aprehendidos en el poblado de Creel, donde uno de ellos recibía atención médica por un balazo que le asestó Javier Espino, el padre de uno de los pobladores que era perseguido por los homicidas; ahora, los acusados pretenden achacar la agresión a José Cruz y alegan haber actuado en defensa propia. El presidente seccional de Norogachi actuó desarmado.En la misiva, los jesuitas piden que se abra una investigación a fondo de los hechos y que ``esto no quede impune si se quiere paz. Si las autoridades no intervienen para garantizar la justicia, se podría provocar en la sierra el caos de la justicia por mano propia, de la rebelión de los cansados de humillación y muerte; se generaría la violencia que más tarde se achacará cómodamente a los indios''.

Ante la frecuencia de hechos en la sierra, los sacerdotes jesuitas reafirman su posición al lado de la justicia, la defensa de la dignidad y los derechos de los pueblos indígenas, y dicen que ``insistiremos en que estos casos sean manejados con verdad, respeto y justicia''.