EU: INCOMPATIBILIDAD CON EL SISTEMA INTERAMERICANO
Las vueltas que da la historia:
Treinta y cuatro años atrás, en su papel de defensor del mundo libre y apoyado en la descarada compra del voto latinoamericano (remember la Alianza para el Progreso), Estados Unidos sentó a Cuba en el banquillo de los acusados y la expulsó de la Organización de Estados Americanos, por sostener un régimen político-económico ``incompatible con el sistema interamericano''.
Hoy la obsesión anticubana de la Casa Blanca es que resulta incompatible con ``el sistema interamericano''. Muestra de ello es que en una decorosa decisión de los gobiernos latinoamericanos y canadiense, los países miembros de la OEA (con el solitario voto contrario de Estados Unidos) aprobaron la resolución de condena contra la ley Helms-Burton por violar el derecho internacional.
La resolución no formaba parte de la agenda oficial de la 26 Asamblea de la OEA que se celebra en Panamá, pero por rigurosa mayoría se instruyó al Comité Jurídico Interamericano del organismo multilateral para que haga un dictamen sobre la citada legislación estadunidense, con la que Washington no sólo endurece el embargo económico contra Cuba impuesto hace 34 años, sino que transgrede su propia filosofía del libre comercio.
El obsesivo afán de la Casa Blanca de imponer a otros las líneas de acción que considere convenientes para sus intereses geopolíticos, ha generado el rechazo continental a las insanas prácticas de política internacional aplicadas por la Casa Blanca.
La pretensión de Washington de aplicar extraterritorialmente la Ley Helms-Burton a toda aquella empresa que ejerza su derecho soberano de comerciar con quien más le convenga --en este caso con Cuba--, ha debilitado los apoyos de sus socios comerciales más cercanos (México y Canadá), y generado fuertes cuestionamientos de algunas naciones de la Unión Europea.
Los últimos ocho huéspedes de la Casa Blanca han sostenido y fortalecido el bloqueo contra Cuba, impuesto a partir del 3 de enero de 1962 (formalizado en julio de 1964). Han estado cerca, pero no han podido ``estrangular por hambre'' a la isla, aunque su obsesión le ha significado para la mayor de las Antillas pérdidas cercanas a los 25 mil millones de dólares por tratos comerciales no realizados como resultado del bloqueo.
Contrario a lo que sucedió ayer en Panamá, el 30 de enero de 1962 la Octava Reunión de Consulta de Cancilleres de la OEA, reunida en Punta del Este, Uruguay, aprobó una resolución promovida por Estados Unidos, que advertía: ``El actual gobierno de Cuba es incompatible con los propósitos y principios del sistema interamericano'', y fue expulsada del organismo regional.
Esa resolución permitió al gobierno de Estados Unidos dar el siguiente paso. La orden de aplicar el bloqueo total en contra de Cuba fue firmada por John F. Kennedy el 3 de febrero de 1962, y a la letra decía: ``Prohíbo, para hacerse efectivo a las 12:01 a.m, hora standard del Este, de febrero 7 de 1962, la importación a Estados Unidos de todos los productos de origen cubano, además de todos los productos desde o a través de Cuba...y por lo tanto ordeno al secretario de Comercio que continúe llevando a cabo las prohibiciones de todas las exportaciones de Estados Unidos a Cuba...''.
En las últimas tres décadas la postura diplomática de las naciones latinoamericanas respecto a la asumida en 1962 muestra cambios, en algunos casos significativos. En aquel año casi por consenso, Estados Unidos logró --utilizando la política del ``otorgamiento de créditos'' a cambio del voto (el burro tras la zanahoria)-- que los gobiernos latinoamericanos expulsaran a Cuba de la Organización de Estados Americanos y los obligó a sumarse al bloqueo.
Esa ortodoxia del gobierno estadunidense en el respeto y ejecución de las resoluciones de la OEA deberá asumirla hoy para sí mismo, siempre en busca de la congruencia tan pregonada.
En febrero de 1962 una crónica periodística de la época destacaba ``el regocijo del presidente John F. Kennedy'' por la expulsión de Cuba de la OEA, y subrayaba su ``más grande orgullo y satisfacción'' por haberlo logrado.
En la Casa Blanca, el primer día de ese mes Kennedy esperó que aterrizara el helicóptero en el que viajaba el secretario de Estado, Dean Rusk, y comentó a los periodistas que el funcionario ganó ``gran prestigio'' para sí y para el gobierno estadunidense. Rusk, por su parte, dijo que en el encuentro de cancilleres se ``demostró'' un ``profundo sentido de la unidad del hemisferio'' frente al ``problema'' de Cuba revolucionaria.
Hoy, siguiendo esa lógica, el encuentro de cancilleres en Panamá demuestra un ``profundo sentido de la unidad del hemisferio'' frente a la obsesión estadunidense contra Cuba.
Cartas a Carlos Fernández-Vega