Designará el arzobispo Rivera Carrera al relevo de Schulenburg
José Antonio Román Guillermo Schulenburg será el último abad en la historia de la Basílica de Guadalupe. Su relevo tendrá ahora el cargo de ``rector'' y será nombrado directamente por el arzobispo primado de México, Norberto Rivera Carrera, con los mismos derechos, obligaciones y facultades. Pero se desconoce aún si esto tendrá carácter definitivo o será sólo por un periodo determinado.
Sin embargo, se dijo, habrá una mejor y mayor comunicación de los equipos de pastoral y de administración económica de la Basílica con la Arquidiócesis Primada de México, que hasta ahora ha sido mínima.
El vicerrector del Seminario Conciliar de México y director de Nuevo Criterio --órgano de difusión de la Arquidiócesis--, Mario Angel Flores Ramos, reconoció la existencia de diferencias entre el arzobispo Rivera y Schulenburg, en torno a la organización y administración de la Basílica, pero aseguró que ``nunca hubo presiones'' para pedirle la renuncia al abad.
Explicó que en el nuevo nombramiento del ``rector'' de la Basílica, el arzobispo Rivera tendrá la facultad de decidir si éste se otorga de manera indefinida o por un periodo determinado, pues esto no depende de la legislación canónica. La función del ``rector'', tal como lo es ahora del abad, será la de dirigir y organizar la pastoral y hacerse responsable del manejo económico del templo del Tepeyac.
Aclaró que de ninguna manera se trata de pugnas personales o de disputa por la Basílica, sino de la búsqueda legítima de las mejores opciones para el funcionamiento de este importante santuario nacional, incluyendo sobre todo una mejor atención a los millones de peregrinos y visitantes.
Entrevistado en la sede del Seminario Conciliar, Flores Ramos hizo referencia a las propiedades y forma de vida que, según los medios de información, tiene el abad. Dijo que por la misma estructura organizativa de la Basílica, donde hay un cuerpo de canónigos, no hay posibilidad de que el abad maneje con tal libertad los recursos económicos que ingresan al recinto religioso.
Destacó que un ``gran porcentaje'' -tal vez el 70 por ciento- de estos ingresos se destinan fundamentalmente a los ``gastos tremendos'' de mantenimiento y pago de nómina de unos 150 trabajadores.
Además, dijo, tiene múltiples gastos fijos, tales como el sostenimiento de la casa del peregrino, dos casas sacerdotales, escuela de infantes, dos asilos y diversas obras de caridad.
Aun cuando su cargo tiene carácter vitalicio, Schulenburg presentará su renuncia en unos cuantos meses, esperando que pase el ``escándalo'' que generaron sus declaraciones en torno a la Virgen de Guadalupe y la existencia histórica del indio Juan Diego, publicadas en la revista mexicana Ixtus y reproducidas por la publicación italiana 30 Giorni.
Schulenburg, vigésimo primer abad en la historia de la Basílica, se convertirá también en el último, desde que en 1751 fuera nombrado Juan Antonio Alarcón y Ocaña con ese cargo. A partir de ahora, se le llamará ``rector'' y su designación será responsabilidad directa del arzobispo primado de México.
Hay que recordar también que de acuerdo con los cánones 354, 401, 411 y 538 del Código de Derecho Canónico -reformado en 1983-, se establece que a los párrocos, arzobispos y obispo, obispos auxiliares y coadjutores, párrocos e incluso cardenales de la curia romana, se les ``invita'' a presentar su renuncia a la edad de 75 años.
No obstante, ninguno de estos cuatro cánones menciona la figura del abad, situación que de hecho argumenta Schulenburg, para no haber presentado su renuncia, aun cuando el próximo día 12 cumplirá los 80 años de edad. Además, cuando recibió su nombramiento de manos del papa Juan XXIII, en 1963, éste fue con carácter vitalicio.
Dentro de la Iglesia hay voces, incluso de obispos y estudiosos del derecho canónico, que señalan que el espíritu de esa legislación es que todos, sin excepción, presenten su renuncia al Papa a la edad establecida de 75 años, quedándole al pontífice la facultad de aceptársela o no de inmediato.
En la entrevista, el vicerrector del Seminario dijo que el arzobispo Rivera estima que no debe ser el momento de una renuncia, ni pedida por él ni buscada por el abad, pues ``nunca ha sido ésta la intención'', más aún cuando debido a los últimos acontecimientos, se pensaría que fue resultado de estos hechos.
Mario Angel Flores expresó, por otra parte, sus reservas sobre el origen y la intención de quienes retomaron la publicación de 30 Giorni, pues hay un ``dato oscuro'' en este sentido. Destacó que la publicación italiana, aunque es del mes de mayo, la versión en español tarda varias semanas en llegar a México. Pese a esto, la noticia llega al país aun antes que la propia revista, lo cual deja varias dudas sobre su origen y filtración tan rápida.
Finalmente comentó que los viajes que por separado realizaron al Vaticano tanto el arzobispo como el abad, en el transcurso del mes de abril y los primeros días de mayo, fue por iniciativa propia y a petición individual de cada uno. Ambos, con el propósito de expresar a la curia romana su interés con respecto a la organización de la Arquidiócesis Primada de México, que necesariamente implica a la Basílica de Guadalupe.
Con respecto a la posible renuncia del abad, consideró que ``es bueno esperar un poco a que las cosas estén más en paz entre todos y que en la renuncia misma haya un ambiente de cordialidad. Es decir, no sale por problemas, sale por edad. No sale porque lo echan, sale porque quiere salir''.
Sin embargo, tras recordar los 80 años edad del abad, el vicerrector expresó que tal vez el momento más oportuno e ideal, para él y para todos, hubiera sido que renunciara hace unos tres o cuatro años, aunque tal vez su permanencia se debió -dijo- a querer esperar la designación de quien sería el nuevo arzobispo primado de México.