Cambio de mando en La Jornada
Ampliar el profesionalismo y la credibilidad, las divisas
La comunidad de La Jornada, trabajadores, periodistas y accionistas, hará hoy un alto en el camino que nos permitirá evaluar los primeros 12 años de una labor periodística esencialmente comprometida con la sociedad a la que nos debemos y que desembocará en la elección estatutaria de quien, desde la dirección general, conducirá una nueva etapa de la historia de este diario.
Marcado desde su concepción por la adversidad económica y política, pero siempre alentado por amplios sectores sociales, el proyecto que hizo posible La Jornada enfrenta hoy no sólo la resultante de sus primeros 12 años de vida con sus errores y aciertos más aciertos que errores, sino un futuro en donde las divisas fundamentales serán el reforzamiento del profesionalismo y de la credibilidad, por encima de todo.El futuro reclama un periodismo moderno, más profesional, plural y comprometido, sobre todo ante la creciente competencia informativa y tecnológica; nuevas fórmulas para responder a las necesidades de los que no tienen voz, esquemas imaginativos para incidir en la defensa de la soberanía e independencia nacionales y de las garantías individuales; estimular y documentar con suficiencia los justos reclamos de los marginados y contribuir a una mayor pluralidad y democratización políticas.
Sin minusvaluar la tarea monumental de quienes en los primeros 12 años contribuyeron a la creación y consolidación del medio impreso de mayor credibilidad y penetración en la última década, que correspondió encauzar de manera excepcional a Carlos Payán, la etapa por venir, dentro y fuera de La Jornada, está marcada no sólo por la continuación de los principios periodísticos, éticos y políticos que nos hicieron posible.Ni continuismo ni refundación. Más bien redefinición ante una sociedad que si bien arrastra iguales o peores problemas que hace 12 años, no es la misma que vio nacer a La Jornada el 19 de septiembre de 1984. En la última década La Jornada fue un medio determinante para movilizar a una parte importante de la sociedad, para rescatar los derechos humanos y las garantías individuales, para modificar las relaciones de la prensa con el Estado y que cambió sustancialmente la concepción del trabajo periodístico y la concepción de independencia frente al Estado, entre muchos otros aspectos.De ahí la transcendencia de la asamblea de accionistas que hoy se llevará a cabo en La Jornada; de ahí la importancia de discutir intensamente, en el seno de esa comunidad, el perfil de quienes se han postulado para ocupar la dirección general, el proyecto que proponen, la visión que tienen del compromiso que conlleva encauzar la empresa periodística de mayor credibilidad y penetración.
La Jornada es una comunidad dinámica, plural. No es una sociedad cooperativa, pero tampoco tiene un dueño único. Es un colectivo en donde los accionistas, comunes, que participarán en la elección de la o el nuevo director, son poseedores del mismo número de acciones. Es una empresa periodística en donde el personaje central es la sociedad y el lector el actor y observador de los acontecimientos.
Por eso, quien hoy sea electo democráticamente directora o director de La Jornada deberá asumir a plenitud el compromiso de liderazgo para conducir, pero también para estimular y dar cabida a la creatividad, a la pluralidad de ideas. Deberá asumir la crítica y el derecho a disentir. Deberá privilegiar el profesionalismo sobre el sectarismo. Deberá defender, como nunca, su experiencia en la defensa de la independencia de un medio periodístico como La Jornada respecto del gobierno.
Pero también deberá ser un profesional de amplia trayectoria, de reconocida calidad moral y periodística, con un profundo conocimiento de los problemas que en 12 años han hecho de la empresa editora de La Jornada un gigante a veces incapaz de avanzar hacia la modernización que reclaman los medios modernos. La nueva directora o director de La Jornada deberá mostrar la flexibilidad que estimule la creatividad, las ideas y los ideales periodísticos, y la firmeza ejecutiva que acabe con las inercias que obstaculizan la productividad y el uso racional de los recursos económicos.
Quien resulte electo hoy por los accionistas para conducir los destinos de La Jornada tendrá en sus manos el futuro periodístico de este medio, pero también un capital único de trabajadores y periodistas de probado profesionalismo y calidad moral y, fundamentalmente, de lectores, que al final de cuentas serán los mejores jueces.