Fernando Benítez
La Virgen de Guadalupe

El abad de la Basílica de Guadalupe, Guillermo Schulenburg, afirmó con toda razón que no existen pruebas de las apariciones de la Virgen ni de la existencia del indio Juan Diego. No obstante, el intolerante arzobispo de México, Norberto Rivera Carrera, ordenó que el abad fuera enjuiciado por la jerarquía eclesiástica.

Poco se sabe que ya desde el tiempo del rey Pelayo existía en Extremadura, España, una Virgen de Guadalupe. La imagen era de bulto y llevaba en los brazos al niño Jesús. El mismo conquistador de México, Hernán Cortés, y algunos de sus soldados eran extremeños, por lo cual no es de extrañar que, diez años después de consumada la Conquista, figurara en el Tepeyec la Virgen de Guadalupe, esta vez pintada sobre una tela burda por el indio Marcos.Fray Bernardino de Sahagún, gran conocedor de la cultura azteca, afirmó que los indios venían desde muy lejos para adorar no a la pretendida Virgen de Guadalupe, sino a su madre Tonantzin, en el cerro del Tepeyac.

Ya a fines del siglo XIX el sabio historiador don Joaquín García Icazbalceta expuso con toda honestidad que las supuestas apariciones de la Virgen de Guadalupe carecían de pruebas históricas. Católico convencido, se limitó a exponer en forma privada sus argumentos al arzobispo de México, pero su carta llegó a conocerse y suscitó un escándalo, parecido a lo que está ocurriendo hoy en día. Los mitos de los pueblos son invulnerables a las pruebas científicas, y el culto a la Virgen se agigantó en lugar de debilitarse.Don Joaquín murió de un ataque al corazón cuando, portando una luz, caminaba por su biblioteca. Murió pues, entre sus libros. Como la llama de la vela cayó sobre sus papeles, estuvo a punto de incendiar ese tesoro. Por fortuna no fue así, pero la gente pensó que Dios había castigado al blasfemo, al iconoclasta.

Lo que hemos reseñado con brevedad le otorga toda la razón a monseñor Schulenburg, hombre que con convicción afirma que la Virgen de Guadalupe finalmente no es otra que una representación de la Santísima Virgen Madre de Jesucristo.La Guadalupana es la obra de un pueblo desvalido que se hizo de una madre generosa y protectora.

Y como lo dijo el propio Schulenburg, el milagro no es un problema histórico, es un acto de fe.