La Jornada 3 de junio de 1996

Prioridad en el Popo: aprender a ``vivir bajo el volcán''

Blanche Petrich, enviada /I, María Magdalena Yancuitlalpan, Puebla Todas las autoridades relacionadas con la actividad del volcán Popocatépetl coinciden, ahora sí --a diferencia de las contradicciones que manifestaron durante las emergencias de diciembre de 1994 y marzo de 1995-- en que existe una ``amenaza preocupante'' y que hay que tomar, a paso acelerado, todas las medidas preventivas posibles.

Las estrategias para lograr un plan eficiente de protección y desalojo ante los posibles escenarios de desastres volcánicos, sin embargo, empiezan a marchar ``con un retraso de un año y medio'', según especialistas involucrados en esta labor.

Mapas de riesgo, rutas y mecanismos de evacuación, formación de unidades de protección civil, capacitación intensiva, construcción o mejoramiento de albergues, reparación de caminos y puentes, censos y encuestas que buscan determinar el estado de ánimo de la población que habita las inmediaciones del volcán, dotación masiva de láminas de asbesto para sustituir techos de cartón o paja en prevención de posibles incendios si cayeran piedras incandescentes o ceniza caliente... todo se ha empezado a hacer en una carrera contra el tiempo en la ladera oeste al Popocatépetl, su lado poblano, ahí donde el volcán es conocido en la cultura campesina como don Gregorio o familiarmente Goyo el Chino.

Se trata, en palabras de Manuel de Santiago, un investigador del Centro Universitario para la Prevención de Desastres Regionales (Cupreder), de ``aprender a vivir bajo el volcán''.

Solamente en la falda poblana del Popocatépetl se han detectado 350 localidades. De éstas, 24 han sido catalogadas como de alto riesgo en el estado de Puebla; 120 pueblos son de riesgo mediano y las 210 restantes de riesgo. En total más de 400 mil personas están involucradas.

Las faldas morelense y mexiquense del volcán, además de estar mucho menos pobladas, tienen menos peligro de padecer desastres en caso de una erupción.

Fuentes consultadas en el Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred), que dirige Roberto Melli, en la Secretaría de Gobernación del estado de Puebla y en la Universidad Autónoma de Puebla reconocen como válido el siguiente diagnóstico:

Comparativamente, la actividad volcánica que se está desarrollando estos días y desde abril es más intensa que la ocurrida en 1994, cuando fueron desalojados los pueblos aledaños al cráter a raíz de una lluvia de cenizas.

Una diferencia es que la sismicidad alcanzada en la zona, y que según afirma el Servicio Sismológico Nacional provoca temblores imperceptibles para el ser humano, es ya del nivel catalogado como ``A'' por los especialistas. Es decir, los minisismos se producen por periodos relativamente más largos, de manera sostenida y se originan a mayor profundidad. Son temblores que, según estiman los científicos, ya están ``rompiendo roca'' en el interior del cráter.

En ocasiones estas rocas son expulsadas a gran presión. En abril ocurrieron varias de estas explosiones y fueron detectadas rocas arrojadas hasta 60 kilómetros de distancia del cráter con dirección a Tlaxcala. En línea recta, en dirección al Distrito Federal, el cráter del Popocatépetl está apenas a 75 kilómetros de distancia del Zócalo capitalino.

Otro dato detectado por los vulcanólogos consiste en que uno de los tres ductos conocidos que dan salida a la presión de una de las varias cámaras magmáticas del volcán está emitiendo flujos de lava cuantificados en ocho mil metros cúbicos diarios, aproximadamente. Esta lava ha bloqueado a otros dos ductos --denominados por los estudiosos como surges-- lo que impide la liberación de presión, misma que se está acumulando de manera peligrosa.

Un estudio detenido del accidente que mató a cinco alpinistas cerca del cráter el pasado abril podría derivar en importante información sobre estas explosiones con rocas calientes.

Tomando en cuenta los datos disponibles y las diversas variantes, los especialistas coinciden en ``dibujar'' tres ``escenarios probables'':

a) Se estima que hay 60 por ciento de probabilidades de que la erupción que se teme pueda ocurrir sea semejante a la que el pintor Gerardo Murillo, doctor Atl, presenció y relató entre 1919 y 1925. En ese periodo hubo algunas emisiones de lava --limitadas-- y lluvias de piedras.

b) Hay entre 25 y 35 por ciento de probabilidades de que la actividad registrada hasta ahora se mantenga en el mismo nivel de intensidad durante varios años --imposible determinar cuántos-- y después empiece a desaparecer paulatinamente.

c) Y se señala en cinco por ciento la probabilidad de un ``incremento peligroso'' del movimiento interno del volcán.

En concreto, algunos de los riesgos previstos son los siguientes:

En los altos de Altzomoni y Tlamacas, a menos de 15 kilómetros del cráter, se ubican todos los sistemas de repetición de Televisa, TV Azteca, Teléfonos de México, Secretaría de la Defensa, Policía Federal de Caminos, todos los sistemas de telefonía celular y de radiofonía de aficionados. Todas estas estratégicas y vitales antenas están en la primera fila del riesgo volcánico.

Mario Marín Torres, secretario de Gobernación de Puebla, informó que el gobierno del estado ha pedido a la Secretaría de Desarrollo Social el abasto masivo de láminas de asbesto a las poblaciones ubicadas en la zona de riesgo en prevención de incendios que pudieran ocurrir como consecuencia de una lluvia de cenizas o piedras.

La Comisión Federal de Electricidad ha recibido instrucciones de tomar medidas preventivas, en consideración de que si hubiera eventualmente una lluvia de cenizas que acumulara cinco o más centímetros de espesor (hasta ahora las emanaciones sólo han dejado capas que se miden en milímetros) pudieran desplomarse torres y transformadores.

Varias de las industrias que operan en la zona de la carretera México-Puebla --entre ellas, según se sabe, la planta de Volkswagen de México y Crolls-- han pedido a Cenapred que les envíe un reporte diario de la situación del volcán. Para estas plantas fabriles una lluvia de cenizas podría tener efectos desastrosos en la maquinaria.

Lógicamente la carretera México-Puebla, arteria vital para la capital, podría quedar bloqueada si la lluvia de cenizas llegara a esas alturas.

Se está estudiando el cierre del aeropuerto de Huejotzingo, debido a su cercanía con el volcán. La ceniza y el polvo volcánico de las emanaciones destruye una turbina de avión en funcionamiento y puede provocar accidentes fatales.

No se descarta la contaminación de los mantos freáticos, sobre todo por el flúor contenido en la ceniza volcánica y que en grandes concentraciones es venenosa. Se conoce el antecedente de lo ocurrido en las proximidades del volcán chileno de Lonquimar, donde murieron 14 mil reses por comer pastos contaminados a resultas de una erupción.

Sobra advertir sobre la desastrosa destrucción de todas las cosechas de los alrededores. Algunas regiones del volcán son ricas en cultivos no sólo de maíz y frijol, sino de aguacate, pera-membrillo, peras y flores.

En la expresión de un alto funcionario de la Secretaría de Gobernación, ``todo esto es un riesgo absolutamente real''.

Se trata, también, de corregir errores que se cometieron durante las evacuaciones de diciembre de 1994, aunque de la manera más discreta posible. En ese entonces se aplicó al pie de la letra el manual del Cenapred, un programa que, según los especialistas, fue copiado de un modelo de Wisconsin y que además tiene su carga histórica... Cenapred fue creado cuando Manuel Bartlett, actual gobernador de Puebla, era secretario de Gobernación. El mismo que tuvo a su cargo la reacción oficial ante los sismos de 1985.

Una de las rectificaciones más notables es el cambio de la instrucción que se aplicó en ese episodio, cuando se le ordenó a la gente ``esperar a que fueran por ella''. Cientos de patrullas, camionetas y camiones del Ejército y las policías fueron desplazadas hacia los pueblos por caminos que son sólo de un carril e hicieron del tránsito, que se supone era de salida de emergencia, un embotellamiento sin solución. Se cita como ejemplo el caso del camino ``urgente'' que se hizo de San Nicolás de los Ranchos hacia Atlixco, en trayectos de tres horas, cuando normalmente se hace media hora.

Ahora se adoptó el criterio propuesto por Cupreder de permitir que cada comunidad organice, con base en sus propios recursos y criterios, el desalojo, dotándolos de un claro mapa con una ruta principal y una o dos alternativas hacia los albergues correspondientes.

Aquí el ejemplo citado es el de los pobladores de San Martín Zacantempan, quienes escuchaban por la televisión como se citaba su pueblo como uno de los ``evacuados'', sin que nadie fuera por ellos. Entonces decidieron salir por sus propios medios... y partieron rumbo a Paso de Cortés, uno de los puntos mas riesgosos. ``Se fueron a entregar'', se dice de ellos.