Para Carlos Payán, amante de la libertad
1. El examen de la sexualidad que considera tres dimensiones: biológica, psicológica y social, debe reconocer que esta división es un artefacto, una clasificación arbitraria en la que el individuo es separado de modo artificial. Es una estrategia para obtener conocimiento que, sin embargo, se aleja del objeto real pues el humano noestá compartamentalizado; por el contrario, éste es una unidad, una totalidad. Aún suponiendo que fuera correcta, la clasificación no explica, por ejemplo, las múltiples interacciones entre las tres esferas en las que sustenta esta separación.
2. Al optar por esta estrategia, se avanza en el conocimiento separado de la anatomía y fisiología, la conducta y las interacciones con otros sujetos, pero conforme se avanza por este medio en la acumulación de datos y teorías, el ejercicio de integración se dificulta, por lo que los modelos que surgen para explicar el sexo y la sexualidad aparecen como desarticulados e incompletos.
3. Al hacer la separación en las dimensiones, biológica, psicológica y social, surge la tendencia a establecer jerarquías. El peso que se asigna a cada una para explicar la sexualidad es heterogeneo y cambia con el tiempo dependiendo, entre otras cosas, de los nuevos hallazgos en cada esfera. Así hay quienes no pueden escapar a un determinismo social, según éste, todos los aspectos del sexo y la sexualidad están determinados socialmente; otros han sucumbido a los hechizos de las teorías psicoanalíticas; finalemnte, como ocurre hoy, se piensa que el sexo y la sexualidad tienen un sustrato puramente biológico.
4. Existen, sin embargo, diferencias importantes entre estas tres dimensiones. Una de las más notables es que mientras los territorios biológico y psicológico radican en el individuo aislado, la esfera social, por definición, lo niega --al individuo. Esto constituye un argumento de gran peso en contra del determinismo social, pues teóricamente un sujeto puede ejercer su sexualidad en ausencia de otros sujetos, el autoerotismo constituye aquí un elemento de gran importancia para avanzar en la comprensión de este problema.
5. Hay pues aspectos del sexo y la sexualidad que están determinados socialmente y otros que no lo están, por ejemplo, las expresiones de la sexualidad y los mecanismos de contro sobre ella, son una construcción de base social, mientras que el paradigma de dos sexos únicos (la clasificación primaria de los humanos en dos categorías: hombres y mujeres) trasciende a todas las sociedades conocidas.
6. Desde finales del siglo XIX se dieron las pistas para adjudicar la sexualidad a una base psíquica. Muy pronto se estableció una alianza entre ésta y el determinismo social, alianza que no ha podido darse de la misma forma con la biología. Por ejemplo, se han logrado asociar algunos capítulos de la ``psicopatología sexual'' con diferentes interacciones sociales a niveles familiar, escolar, cultural, etcétera, pero no ha sido posible, por ejemplo, encontrar un sustrato biológico de la homosexualidad.
7. Existe además otro problema. Para quienes piensan que la biología es quien determina el sexo, o quien lo hace es la psique, es preciso reconocer que no es la biología la que está hablando, ni es la psicología quien lo hace. Es la ciencia quien habla. Entonces es preciso distinguir que existe un abismo entre las instituciones que monopolizan el lenguaje de lo biológico y de lo psicológico y lo realmente biológico y psíquico. Esto refuerza al determinismo social, pues al tratarse de instituciones sociales se crea la falsa imagen de que es la sociedad quien dice la última palabra. Pero es necesario hacer a un lado esos velos que nublan la comprensión del sexo y la sexualidad. Es indispensable ver que hay una diferencia abismal entre la dimensión biológica y lo biológico y entre una dimensión psíquica y lo psíquico. Para respaldar estas afirmaciones hay que pensar, por ejemplo, en la noción de dos sexos. Aquí la biomedicina y la psicología forman parte de los mecanismos sociales de control de la sexualidad organizados para preservar y fortalecer la idea de dos sexos únicos.
8. Actualmente asistimos a la desorganización de las tres dimensiones de la sexualidad. Para el caso de la definición del sexo, a escala biológica han surgido datos que muestran inequívocamente la combinación de atributos anatómicos y fisiológicos de uno y otro sexo en un mismo sujeto. A nivel psicológico, desde hace más de un siglo se admite que en una misma persona estos atributos pueden coexistir. La biología y la psicología permiten construir imágenes de bisexualidad o multisexualidad del individuo. A nivel social surgen distintas expresiones y movimientos reivindicativos del homo, bi o transexualismo. El corte del individuo en estas tres dimensiones artificiales comienza a hacer crisis.
9. El gran reto del fin del milenio consiste en romper la estabilidad del paradigma de dos sexos únicos.