Ruy Pérez Tamayo
75 años del descubrimiento de la insulina

El 17 de mayo de 1921 un joven cirujano, Frederick Banting, y un estudiante de medicina todavía más joven, Charles Best, ambos canadienses, iniciaron una serie de experimentos en el departamento de fisiología de la escuela de medicina de la universidad de Toronto que los llevaron al aislamiento de la secreción interna del páncreas, que ellos mismos bautizaron como ``insulina'', y a su uso en un grupo de pacientes diabéticos, en los que obtuvieron muy buenos resultados. Casi un año más tarde, el 3 de mayo de 1922, los datos iniciales de estos estudios fueron presentados en Washington, en el congreso de la Asociación Americana de Médicos, en un trabajo titulado: Efectos producidos en la diabetes por extractos del páncreas, cuyos autores fueron Banting, Best, Collip, Campbell, Fletcher, MacLeod y Noble. De ellos, Collip era un químico que contribuyó a purificar el extracto original producido por Banting y Best; Campbell, Fletcher y Noble eran clínicos que trataron a los pacientes diabéticos con el extracto purificado; y MacLeod, quien presentó el trabajo (pues era el único miembro de la Asociación Americana de Médicos, que exigía que el ponente lo fuera), era el jefe del departamento de fisiología en el que se había hecho el trabajo.

La recepción del trabajo fue excelente, pero Banting y Best no estaban presentes, pues no pudieron pagarse el viaje. Los resultados casi milagrosos del uso generalizado de la insulina (casi de inmediato se produjo comercialmente) en los pacientes diabéticos de muchos países del mundo convencieron al Comité del Premio Nobel y al año siguiente (en 1923) Banting y Mac Leod recibieron esta alta distinción.

Banting protestó por la ausencia de Best entre los premiados y anunció que compartiría su parte del premio con él, y MacLeod señaló lo mismo para Collip. El disgusto no terminó ahí sino que siguió creciendo, hasta que los participantes fueron desapareciendo: MacLeod murió en 1935, Banting en 1941, Collip en 1965, y Best en 1978. La disputa no sólo los involucró a ellos, sino a otros grupos que defendían a sendos candidatos a descubridores de la insulina, entre ellos un médico alemán, Georg L. Zuelzer, y un médico rumano, Nicolas Paulescos, quienes también habían preparado extractos de páncreas y los habían usado en algunos pacientes diabéticos, pero con resultados dudosos o con efectos tóxicos.

La historia es bastante más complicada que el pequeño resumen anterior, y con el tiempo se fue haciendo cada vez más difícil de desentrañar, hasta que un historiador canadiense, Michael Bliss, decidió hacer una investigación a fondo revisando minuciosamente todos los protocolos originales, experimento por experimento, nota por nota, así como las cartas personales, trabajos científicos y todos los demás documentos pertinentes de los investigadores participantes, de sus parientes, amigos, enfermos y testigos contemporáneos. En 1982, Bliss publicó su monografía titulada The discovery of insulin1, que ha sido considerada como el estudio definitivo sobre ese complejo acontecimiento. Su contenido parece una buena novela, pero es mucho mejor que eso, en vista de que la realidad supera con creces a la fantasía. Muchos episodios de este descubrimiento adquieren un carácter un poco o hasta muy distinto al que tenían antes de leer el libro: por ejemplo, siempre se ha señalado que MacLeod no debía haber recibido el Premio Nobel por un trabajo que se realizó en su laboratorio mientras él estaba en Escocia de vacaciones, pero la verdad es que al regresar de ellas y ver los resultados de Banting y Best puso todo su laboratorio a trabajar en la preparación y purificación del extracto pancreático, asignó a Collip para que lo convirtiera en una preparación que pudiera usarse en pruebas clínicas, participó en la patente que se obtuvo en nombre de la universidad de Toronto para asegurar la pureza y eficiencia de los preparados comerciales, negoció con la Compañía Eli Lilly un financiamiento (que resultó en ganancias millonarias para los farmacéuticos), y se mantuvo en el centro de todo el trabajo realizado con los pacientes. Esto recuerda lo que pasó con el descubridor de la penicilina, Alexander Fleming, quien compartió el Premio Nobel con otros dos investigadores, Howard Florey y Boris Chain, que tomaron el descubrimiento que Fleming ya había abandonado y lo convirtieron en un antibiótico de uso clínico universal.

El descubrimiento de la insulina, que este año cumple 75 de haberse realizado, debe recordarse como una de las más grandes contribuciones de la investigación científica a la salud de la humanidad.

1. Bliss, M.: The discovery of insulin. The University of Chicago Press, Chicago, 1982.