La información confiable debe ser analítica y severa: Carlos Monsiváis
Pascual Salanueva Camargo Si bien en México se ha avanzado en materia de libertad de expresión, al no estar reglamentado este derecho ha provocado que se le dé despliegue en los medios de comunicación al chisme y al rumor, mismos que aun cuando pueden ser divertidos, a estas alturas están convirtiéndose en una pesadilla para el país, sostuvo el escritor y periodista Carlos Monsiváis.
De igual manera, señaló que en estos momentos una publicación acrítica ya no es confiable o no le resulta confiable a los lectores, y una publicación así tiende a desplomarse; así cuente con apoyos del gobierno o de la iniciativa privada, no tiene ninguna posibilidad de sobrevivir.
Luis de la Barreda y Carlos
Monsiváis.
Foto: Guillermo Sologuren
Consideró que el derecho a la información es un derecho de los medios informativos y de la ciudadanía, quienes exigen tener acceso a ciertos materiales, mismos que tratándose del interés público no pueden ser privados. Monsiváis agregó que en los países en que existe este derecho, no obstante haber algunas limitaciones, tienen que ver más bien con cuestiones de seguridad nacional, pero las leyes son muy explícitas al respecto, a diferencia de lo que ocurre en nuestro país, donde todo es confuso y vago y donde, reiteró, no se tiene el mínimo derecho a la información.
En una charla que sostuvo con periodistas en la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal, el autor de Escenas de pudor y liviandad habló de la libertad de expresión y derechos humanos; aseguró que desde 1970 no ha existido interés, por parte del gobierno, de satisfacer este derecho entre la ciudadanía.
Puso como ejemplo la petición que se hizo al gobierno para que se abrieran los archivos relacionados con el movimiento estudiantil de 1968, lo cual fue negado por parte del entonces secretario de Gobernación, Patrocinio González Garrido, quien anunció que la información sería dada a conocer 35 años después de haberse hecho la solicitud y lo mismo ha ocurrido con otras informaciones de tipo político y económico.
En todo caso, dijo, el avance que se ha logrado en materia de libertad de expresión se ha logrado por la exigencia de los lectores de información confiable, que dadas las condiciones del país necesita ser muy analítica y severa.
Sin esa exigencia de los lectores no habría la libertad de expresión que estamos viviendo, con todo y lo limitada que sea para las necesidades nacionales y ahora puede verse lo necesario que resulta, sobre todo, si se compara con la que existía en el pasado inmediato. No obstante, advirtió que es la autocensura el escollo mayor de ese derecho y al disminuir este queda muy claro que el reportero está decidiendo no tanto sobre la información que posea, sino que cuida más bien sus intereses.
Al referirse a la corrupción existente entre los reporteros, dijo que el ``reportero venal'' viene siendo una especie en extinción y ello no porque la calidad humana mejore, sino porque la persona que está venalizada de manera pública ya no sirve y por ende deja de ser confiable.
Admitió que los últimos 10 años han sido ``portentosos'' en materia de información; sin embargo, previno sobre la existencia de intereses creados por una fuerza capaz de detener lo que podría ser el periodismo democrático en el país, además de que hay también los grandes intereses económicos y políticos que no están dispuestos a que haya intromisión de la prensa en lo que han considerado como su coto de impunidad.
En definitiva, expresó, el derecho a la información no se reglamenta, porque por un lado existe temor de que se convierta en una ley mordaza y, el otro, porque los intereses creados son ``realmente enormes''.