Ricardo Alemán Alemán

A Julieta Medina, por su valentía profesional

Represión, respuesta a la inconformidad
Aguas Blancas, Morelos, maestros...

Son muchas, ya incontables, las ocasiones en que el sector de la educación ha sido reivindicado por el gobierno federal como una de las prioridades del régimen. Más aún, cuando candidato presidencial, en reuniones con maestros, con padres de familia, con profesores de educación superior y con universitarios, Ernesto Zedillo habló del tema educativo como una de sus prioridades.

Si se quiere más precisión, en un encuentro con el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), celebrado el 6 de abril de 1994, el entonces candidato presidencial recordó su arribo como titular de la Secretaría de Educación Pública y se dijo parte del gremio magisterial. También ahí, ese 6 de abril, Ernesto Zedillo reiteró su compromiso ``inalienable'' con los derechos de los trabajadores de la educación.

Sin embargo, también ya son muchas y pueden convertirse en incontables, las expresiones sociales de repudio, de protesta por la política del régimen, de reclamo por ser escuchados, que son respondidas con acciones represivas.

Y si la educación es una prioridad para el gobierno, el incremento salarial suficiente, para muchos miles de maestros, es más que una prioridad, es una urgencia, es razón de sobrevivencia. Y si ayer se prometió a los maestros respetar sus derechos, hoy, el reclamo salarial de los disidentes, la protesta de los maestros por la insuficiente percepción, especialmente en aquellas entidades en donde las condiciones de sobrevivencia son ya intolerables, es respondida a garrotazos. Resulta ya sintomático, por reiterado, que como ocurrió en el aún cercano Aguas Blancas, en donde para detener ``un mitin político'' se masacró a un grupo de campesinos, o en Morelos, cuando un contingente de tepoztecos pretendió aproximarse al presidente Ernesto Zedillo y motivó la represión policiaca, con saldo de un muerto, ayer, en las proximidades del centro capitalino, otra expresión de inconformidad ahora de maestros, fuera rechazada a garrotazos.Más allá de la legitimidad de la demanda de los maestros disidentes, llama la atención y asusta que ya no sólo se ignore el reclamo, que no se vean ni escuchen las voces disidentes o inconformes, sino que la represión se convierta en la única respuesta.

La marcha que intentaban ayer los maestros de la CNTE a la residencia oficial de Los Pinos, fue detenida muy lejos de la casa presidencial, mediante un operativo en el que participaron granaderos y grupos antimotines. La instrucción a los cuerpos policiacos fue clara; impedir el paso de los manifestantes. Efectivamente una parte de la vanguardia magisterial rompió el cerco policiaco, pero esto fue en apego al derecho constitucional de libre manifestación y libre tránsito.En cambio, en el absurdo, en una declaración que ofende al sentido común, la Secretaría de Seguridad Pública emitió un comunicado en el que justifica la paliza a los maestros, debido a que ``un grupo de provocadores se ignora su identidadse separó de la columna de la marcha para agredir al personal policiaco'', policías que realizaban funciones de ``desviar la circulación de automóviles''. Si se ignora la identidad de los ``provocadores'', cómo se asegura que fueron provocadores? Desde cuándo los granaderos y los cuerpos antimotines son utlizados como agentes de tránsito? La represión no podrá ser ocultada, sobre todo porque también existen videos y miles de fotografías de que se impidió el derecho de manifestarse a los maestros disidentes, de que el DDF dispuso de un operativo para reprimir a los maestros. Y sin embargo, se insiste, como lo hizo Jesús Salazar Toledano, secretario general de Gobierno del DDF, en que se respetó el derecho de manifestación.

Pero no es todo. Ni para el DDF ni para la SEP, existieron maestros agredidos. En sus respectivos comunicados sobre el enfrentamiento entre maestros y policías, sólo se reportó que algunos policías fueron golpeados, pero nunca se habla de los maestros. Bueno, el secretario de Educación, Miguel Limón, llegó al extremo de justificar como ``un incidente aislado'' la paliza, la violación de los derechos constitucionales de los maestros y hasta de ignorar a los golpeados. Y luego de los garrotazos, nada, no hay dinero para incrementar el salario.