La Jornada 21 de mayo de 1996

La hambruna, realidad para más de 17 mil familias indígenas desde los Altos hasta la Selva

Rosa Rojas, enviada, /I San Cristóbal de las Casas, Chis., 20 de mayo Desde los Altos hasta la Selva, de la región norte a la zona fronteriza, el hambre ha dejado de ser una amenaza en Chiapas, convirtiéndose en una realidad angustiosa para más de 17 mil familias tzotziles, tzeltales, choles, tojolabales... la gente ya no tiene maíz ni frijol.La crónica escasez estacional de estos productos se ha visto agravada al extremo por una pinza, que de un lado comprende factores productivos y desastres naturales. Por el otro, la guerra de ``baja intensidad'' que ha hecho de este problema otra arma.

Las mantas que se ven en diversos poblados Larráinzar, Huixtán, Morelia acusan la situación: ``Drogas y soldados no, maíz sí''. ``En esta cabecera, territorio en rebeldía, no se permiten drogas, se prohíbe vender y tomar trago o cualquier otro tipo de bebidas alcohólicas'', dicen pancartas colocadas a un costado de la iglesia de la cabecera municipal de Larráinzar que, a diferencia de las que están en otros lugares, aparece firmada por el EZLN.

Entre habitantes de diversas comunidades, analistas y miembros de organismos no gubernamentales y sociales, asesores de la Conai y del EZLN entrevistados, es generalizada la opinión de que el gobierno utiliza la entrega de despensas a través del Ejército Mexicano y el racionamiento del alimento básico de los ``hombres y mujeres de maíz'' como instrumento de control, pues los simpatizantes del Ejército Zapatista no aceptan la ayuda oficial que entregan los militares.Hay también la percepción de que el incremento de los patrullajes e incursiones del Ejército, argumentando el combate al narcotráfico, no es más que el pretexto para ``apretar el cinturón que pretende doblegar por hambre'' a los simpatizantes y bases de apoyo del EZLN, y con ello al propio ejército insurgente, cuyos suministros dependerían, en la lógica militar, de los primeros.

La irrupción de tropas federales, en febrero de 95, rompió primero el ciclo productivo del maíz, pues miles de indígenas se desplazaron hacia la selva y las montañas, de febrero a mayo, meses en los que se realiza la roza y quema para sembrar, por lo que no se pudo cultivar la tierra.Posteriormente, la presencia de los soldados federales ha inhibido a los habitantes de las comunidades identificadas como zapatistas de realizar sus labores de siembra normales. También les ha impedido salir a jornalear con el fin de ganar dinero para adquirir maíz y frijol.

Esto ha sido especialmente difícil para los habitantes de la región de los Altos, quienes históricamente constituían el ``reservorio de mano de obra'' de la Costa, hacia donde se movilizaban para trabajar en el corte de la caña de azúcar. Solían también trasladarse a las fincas del Soconusco para la pizca del café o a las zonas donde se cultiva maíz de humedad, como en Venustiano Carranza, donde suelen cultivar tierras como medieros para complementar su producción de maíz de autoconsumo, pues las agotadas tierras de la región de los Altos rinden apenas de 300 a 400 kilos por hectárea. Además, por la sobrepoblación, muchos campesinos cuentan con apenas algunos surcos para sembrar.

En los Altos, según la población consultada, los fuertes vientos de noviembre y diciembre acamaron (doblaron) las milpas. Adicionalmente, una plaga de ``gallina ciega'' atacó los sembradíos que se habían salvado. El resultado es que no hubo prácticamente cosecha y tampoco hay paga para comprar el maíz.

En la región de Las Margaritas la cañada tojolabal había sido tradicionalmente autosuficiente el problema fue el exceso de lluvias, en tanto que en la cañada tzeltal por la zona de Altamirano la incursión militar les impidió sembrar. Los que lo lograron perdieron la cosecha por exceso de agua. La situación es ``difícil'' y aunque ``hay hambre, todavía, no es exagerada''.

En otras regiones, de acuerdo con la información obtenida, las partes ``más conflictivas'' donde se reporta ``casi ausencia'' de alimentos son Oxchuc, Chanal, Huixtán. ``Un poco menos crítica'' es la situación en Sabanilla, Tila y Tumbalá. En Tenejapa no hay maíz pero ``parte de la población cuenta con algunos recursos para comprarlo''. En Ocosingo, la gente de la ARIC oficial (priísta) sí recibe abasto de maíz de Conasupo y despensas del Ejército.

Según cálculos de organismos no gubernamentales y sociales, de asesores de la Conai e información obtenida directamente en diversas poblaciones, entre esta fecha y el mes de octubre se requerirán ``desesperadamente'' por lo menos 8 mil 500 toneladas de maíz, además de unas mil 500 de frijol, para evitar la hambruna en las regiones arriba citadas que son además las que están cercadas por el cinturón del Ejército Mexicano hasta que llegue la próxima cosecha.

Cerdos y gallinas, las``alcancías'' de los pobres

Un estimado conservador da un consumo de entre 4 y 5 kilos diarios de maíz por familia (seis integrantes) incluyendo algún cerdo y una que otra gallina, que son las alcancías de los pobres. De frijol, se calcula un consumo de 22 kilos por familia al mes.

Conasupo no está abasteciendo suficiente maíz ni frijol a las tiendas campesinas, que además racionan la venta del producto. La harina de maíz está racionada también al punto que decenas de tortillerías, incluso en San Cristóbal, han debido cerrar durante varios días.

Todo ello en un contexto nacional de insuficiente producción de maíz, que obligará a importar cerca de 5 millones de toneladas, y en un contexto internacional en el que la baja producción ha hecho que se dupliquen los precios, hasta llegar a 200 dólares la tonelada puesta en México.