Educación elitista pero ``al servicio de todos'': OCDE
José Gil Olmos /II México es un país en ``transición dolorosa'' y su motor de cambio habrá de ser la profundización de las relaciones entre la economía y un nuevo sistema de educación superior.
Asimismo, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) recomienda un ``viraje'' para que la educación superior sea generador de las clases medias base de la sociedad civil, a través de instituciones que deberán transformar algunos de sus tabúes: autonomía, financiamiento privado, incremento de cuotas, pase automático, universidad de masas, calidad y tecnología.En resumen, señala al gobierno mexicano la necesidad de un nuevo sistema de educación superior que, sin renunciar a la formación de una élite, ``esté al servicio de todos'', a pesar del debate político que pueda ocasionar.
La OCDE analizó, por encargo desde la gestión de Carlos Salinas, la situación educativa del país. Desde entonces observó que México enfrenta ``inmensos desafíos'': un crecimiento ``doloroso'' por el aumento de la población que accede al mercado de trabajo, garantizar la paz social, estabilidad política, recuperación económica y el desarrollo tecnológico. Y también vio un sistema educativo nacional ``inequitativo'' y el de nivel superior en ``crisis''.
Para esta organización la educación superior mexicana no sólo es ``frágil'', además tiene cuatro tipos de crisis: de crecimiento, de identidad, de confianza y financiera.
Según el estudio, la crisis de crecimiento de la educación superior se expresa por su ``crecimiento astronómico'', más rápido que el demográfico, que pasó de 30 mil estudiantes en 1950 a un millón 300 mil en 1994, pero sin modificar las estructuras ni la misión de formar una élite. De 1960 a la fecha, se precisa, el crecimiento ha sido de hasta 42 veces.
La OCDE señala que ante la evolución de la sociedad, las necesidades de la economía y las perspectivas del empleo no se observó ningun cambio en el proyecto ``populista'' de este nivel educativo.
``No constatamos tal cambio; es por ello que puede hablarse de crisis de identidad. Este desnivel obviamente fue percibido por el público. Desde fuera pudo pensarse que la educación superior renunciaba a sus exigencias de selectividad y calidad. Era evidente que llevaba a muchos estudiantes al fracaso y que sus graduados no hallaban un empleo en concordancia con la duración y la calidad de los estudios. Esto llevó inevitablemente a una crisis de confianza, sobre todo de las instituciones públicas. A ello se añade una crisis financiera que merma los ingresos de los docentes, los recursos que le permitirían renovar su enseñanza, desarrollar su investigación y el margen de maniobra de las instituciones.''
Equidad vs autonomía
Según la OCDE, la autonomía en algunas instituciones de educación media superior es una ``fuente de inequidad'' entre los aspirantes a ingresar a este nivel. ``Las universidades, al ser autónomas, pueden adoptar para sus escuelas medias superiores los instrumentos que prefieren: pruebas, entrevistas, expedientes escolares o cualquier otro criterio de su elección. Esta diversidad de criterios y de procedimientos es evidentemente una fuente de inequidad'', sobre todo para quienes vienen de otros estados a realizar su examen de admisión en instituciones de la ciudad de México.
Una de las propuestas que maneja la OCDE para terminar con la ``desorganización'' de las instituciones de nivel medio superior es crear un sistema nacional de enseñanza media ``que permita una admisión equitativa de todos los candidatos, con objetivos y reglas comunes definidos a nivel federal, dejando la responsabilidad de la apuesta en práctica a los estados, que podrán confiar su realización a diversas instituciones sobre una base contractual''.
Por ello afirma que la autonomía para las instituciones de educación media superior no tiene ``justificación''. Sin embargo, sí apoya esta medida para las de educación superior, siempre y cuando sea ``redefinida'', es decir, ``referirse más a las modalidades cómo hacerlo que a los grandes objetivos qué hacer, los cuales dependerían de la política definida en el ámbito federal tras la concertación del Consejo Nacional''.
En resumen, precisa que la autonomía ``es a la vez una oportunidad, en un periodo en el que la invención es particularmente necesaria, y un peligro para la equidad de los estudiantes y del personal, para la circulación de las ideas y para el respeto de la política nacional''. Argumenta que ``no sería imposible llegar a una situación en que la nación considere necesario un incremento de los flujos de estudiantes, pero que cada universidad decidiera disminuir sus admisiones''.
La propuesta de la OCDE es no tanto realizar modificaciones jurídicas sino ``definir'' algunas reorientaciones: hacer que todas las instituciones públicas, en particular los tecnológicos, sean más autónomos en su administración; acercar las escuelas normales al resto de la educación superior; hacer progresar las universidades públicas y alentarlas a entrar en la política nacional o hacer más rigurosos sus procedimientos de reconocimiento.Ante este panorama, la OCDE habla de la existencia del pase automático o pase reglamentado como otra de las fuentes de inequidad.
``En nuestra opinión señalan los examinadores de la OCDE, las universidades al estar seguras del contenido y la calidad de sus estudios preparatorios no ven razón alguna para instituir un examen. Además, en varios países como Francia e Italia el bachillerato da derecho a entrar a la universidad. La cuestión consiste en que los alumnos de las escuelas medias superiores no tienen examen de ingreso, mientras que quienes vienen de otras partes sí tienen que pasar uno. Aun cuando haya universidades sin cursos preparatorios, puede verse aquí una fuente de desigualdades. ``El estudio de la OCDE es cuidadoso al abordar este tema que ha provocado fuertes debates y conflictos estudiantiles en la UNAM, la universidad más grande del país y de Latinoamérica, con una población de 243 mil estudiantes. Y trata de mantenerse al margen señalando que ``no le preocupa el pase automático'', sino la ausencia de reglas comunes o de criterios idénticos para la admisión al nivel superior de educación.
No obstante, sin atreverse a recomendar directamente la desaparición del pase automático señala: ``La simple justicia dicta que el procedimiento de admisión selectiva sea el mismo para todos''.