Es importante la afirmación presidencial en el sentido de que, en el segundo trimestre del año, habrá un crecimiento de 5 por ciento en el producto interno bruto en comparación con el mismo periodo del año pasado. Aunque la caída de ese trimestre de 1995 fue enorme, de más de 10 por ciento, de todos modos la concreción de este anuncio oficial implicaría el principio de la recuperación, después de más de un año de caída económica.
Esto no quiere decir que mejore de inmediato la situación de la mayoría de los mexicanos. Como ejemplo podemos citar los datos de la Cámara de Comercio de la ciudad de México: en el primer trimestre recién terminado, bajaron las ventas de alimentos y abarrotes en 22 por ciento; las de medicamentos descendieron 25 por ciento, y las de zapatos, 31 por ciento. Estas bajas son sobre niveles que ya se habían reducido de manera importante. El estudio de la cámara citada relaciona estos datos con la caída del poder adquisitivo y del empleo.
Esta falta de poder de compra no es sólo un elemento importante en el plano social. Se traduce también en un problema económico que retrasa la recuperación, pues las empresas no tienen posibilidad de vender toda su producción. Una recuperación sólida implica un mercado interno sano, y el nuestro evidentemente no lo está.
Es positivo que, finalmente, pueda darse una reanudación del crecimiento. Es necesario, sin embargo, que se adopten medidas encaminadas a reactivar el mercado interno, mediante la recuperación del poder de compra y del empleo. Incluso la Concanaco demanda que los millones de dólares empleados para el rescate de los bancos, se inviertan en programas de apoyo a la micro, pequeña y mediana empresas. Esto favorecería el empleo, permitiría a esas empresas pagar a los bancos solucionando parte de la cartera vencida, y generaría crecimiento económico, según esa institución.
No es necesario que se trastornen las finanzas públicas para que pueda darse uns recuperación de empleos y de ingresos de la mayoría de la población. Ya el cumplimiento de las metas que el mismo gobierno se trazó en sus inicios, de aumento de 25 por ciento en la inversión pública, tendría repercusiones muy favorables, dado lo deprimida que está nuestra economía, no sólo nacional, sino familiar e individual.
Con estas y otras medidas de fomento a la actividad productiva, el crecimiento que oficialmente se estima para este segundo trimestre, podrá tener saludables efectos.