Olvidos del 5 de mayo
Colaboración o
sumisión?
Considerada en el calendario cívico como una fecha en la que el gobierno mexicano ratifica los principios de soberanía y no intervención, pilares de su política exterior, el 5 de mayo es una fecha de alto significado para los mexicanos, por su fuerte impacto simbólico en la historia independiente de México.Era habitual, en las últimas décadas, que los presidentes en turno se trasladaran al lugar donde hace 134 años se escenificó la Batalla de Puebla, en donde un puñado de indios rechazó la invasión francesa. Más aún, el 5 de mayo de 1995, el presidente Ernesto Zedillo presenció, en el cerro del Tepozúchitl, Puebla, una de las más importantes exhibiciones militares de los últimos años. En esa fecha, Enrique Cervantes Delgado, el general secretario de la Defensa, ofreció una más de las muchas muestras de respaldo al Presidente: ``No está solo'', le dijo al jefe del Ejecutivo en su discurso.
Pero el 5 de mayo de 1996, la ceremonia pareció de bajo perfil. Sin que mediara explicación alguna y en medio de especulaciones de que se habría evitado sobrecalentar el conflicto político de Huejotzingo, la conemoración de la histórica batalla no se realizó en Puebla, el mensaje central no estuvo a cargo del secretario de la Defensa y todo se quedó en un acto más.
Y como si se tratara de una coicidencia, al bajo perfil que se dio a la conmemoración del 5 de mayo, por esos días comenzaron a aparecer signos que para observa-dores de dentro y fuera del territorio nacional dejan ver un viraje silencioso en la política exterior mexicana, especialmente hacia Estados Unidos, y que supondrían un relajamiento en los principios de soberanía y no intervención.
Casualidad o no, el 2 de mayo el diario The New York Times publicó en su primera plana un editorial en el que señala que el presidente Ernesto Zedillo ha modificado poco a poco ``y en silencio'' las políticas de su país hacia Estados Unidos. Y ofrece como evidencias, la inusual extradición de Francisco Gómez García y Aarón Morel Lebarón el 17 y 25 de abril, quienes fueron entregados a las autoridades estadunidenses pese a que originalmente se había negado la extradición. En su editorial, The New York Times también se refiere al reciente acercamiento de las fuerzas militares de los dos países, mediante el cual se concretó un acuerdo para entregar al gobierno mexicano equipo militar y el entrenamiento de soldados mexicanos en tácticas antinarcóticos.En realidad, en fechas cercanas al 5 de mayo, no son pocos los hechos que dejan ver que la relación del gobierno mexicano ha mostrado cambios respecto de las posturas tradicionales.
Uno de los temas que más han llamado la atención, por la recurrencia de las agresiones a ciudadanos mexicanos, son las numerosas violaciones a los derechos humanos de indocumentados que cruzan la frontera en busca de empleo y que en los últimos meses han reportado numerosos muertos. Frente al agudizamiento de ese conflicto, la reacción gubernamental fue tardía y con una debilidad que dejó fríos a observadores y especialistas.
El 26 de abril, en un acto en el que se refirió a los indocumentados y frente al reclamo abierto para que su gobierno actúe ``con firmeza'', el presidente Ernesto Zedillo dijo: ``no se puede confundir diplomacia con machismo''. Luego rechazó caer en ``juicios simplistas'' y confesó haber tenido una preocupación, casi pesadilla: ``que un día nos hagan un video de lo que ocurre cuando algunos hermanos centroamericanos son interceptados por autoridades mexicanas''. En la frontera sur hacemos lo que nos hacen en la frontera norte?El del narcotráfico es también un frente que muestra un cambio significativo, no sólo por el acercamiento entre los militares de los dos países, para fines de combate al narcotráfico, sino por la entrega a las autoridades estadunidenses, ya sistemática, de delincuentes detenidos en México, contra quienes hay juicios y que sin más son extraditados. Los casos: el de Juan García Abrego, y recientemente los arriba citados, Francisco Gómez García y Aarón Morel Lebarón.
La víspera del 5 de mayo, como si no fuera suficiente, en Zacatecas, durante la Reunión Interparlamentaria México-Estados Unidos, quedó claro otra vez que el gobierno estadunidense juega con la diplomacia mexicana, pues a ese encuentro envió una delegación de bajísimo nivel, de ignorantes de la realidad mexicana, que más bien acudieron con la consigna de la línea dura, en busca del enfrentamiento. Ignoraban los temas de interés de México y en cambio pidieron ponerle fecha a la venta de Pemex.Y casi de manera simultánea, al día siguiente del 5 de mayo, el gobierno de Washington quiso ofrecer otra cara, con la reunión binacional, que se realizó en México y en la cual la delegación estadunidense fue la más numerosa e importante en la historia de esos encuentros. Sin embargo, la protesta mexicana respecto de asuntos como el de los migrantes y la iniciativa que días antes aprobó el Senado estadunidense sobre el tema, sólo fue paliada con un débil acuerdo en el que los dos países se comprometen a proteger los derechos humanos de los migrantes. El gobierno de Estados Unidos pide, más que reclamos, colaboración, pero la colaboración no es sinónimo de sumisión. Y el 5 de mayo?