El viernes 3 de mayo se ``celebró'' el día de la Santa Cruz, tradición de los albañiles y, por adopción, de los arquitectos y patronos de la construcción. Pero por segundo año consecutivo no fue un día de fiesta, sino de austeridad y preocupación; muchos trabajadores y empresarios no pudieron festejarlo: la profunda crisis del sector hizo que la cruz fuera pesada y la llevaran a cuestas.
Según la Cámara Nacional de la Industria de la Construcción, en 1995 el sector de la construcción se derrumbó. Mientras la caída del Producto Interno Bruto global fue de 6.9 por ciento, en la construcción fue de 26.3 por ciento en relación al año anterior; estructuralmente, la construcción amplifica mucho más que otros sectores el impacto de la crisis, pues su actividad depende directamente del crecimiento de la inversión pública y privada y el ingreso. En términos de valor del producto, la caída llegó al 47.8 por ciento. Durante el año, 7 mil empresas constructoras paralizaron sus actividades y 600 cerraron definitivamente por quiebra; se trata de pequeñas y medianas constructoras en su mayoría. Por esta razón, están subastando el 50 por ciento de los activos de maquinaria y equipo del sector (La Jornada, 25-I-1996).
Se calcula en 16 mil a los trabajadores de la construcción que se quedaron sin empleo mensualmente, lo que hace un total aproximado de 200 mil en el año. A ellos hay que añadir a cientos o miles de profesionistas vinculados al sector, sobre todo arquitectos e ingenieros. Para el conjunto de los trabajadores, 1995 significó una caída adicional del 14 por ciento de sus ingresos reales (hoy, el salario es sólo un 25 por ciento del que obtenían en 1976), ``gracias'' a la política de brutales topes salariales impuesta por el gobierno y las cúpulas empresariales y sindicales a él corporativizadas; para los de la construcción, la situación es más grave debido a que la mayoría de ellos recibe menos de 2 salarios mínimos como remuneración.
La crisis, la violenta caída de los ingresos de la mayoría de la población como efecto de la devaluación del peso, la inflación nuevamente galopante, y las impagables tasas de interés bancario, aunadas a la usura de los banqueros, han conducido a que éstos tengan en sus manos unos 200 mil inmuebles arrebatados a sus constructores o compradores endeudados, lo que significa un freno a la inversión y el congelamiento de la realizada en el pasado.
Al mismo tiempo, como efecto de una caída de 50 por ciento en la demanda interna global, la renta de locales comerciales disminuyó en un 25 por ciento. Simultáneamente, los profesionistas, constructores e inversionistas nacionales pierden terreno, en una desigual competencia, ante la penetración protegida de los recién llegados del norte, ``gracias'' al TLC. Esto completa el panorama crítico del sector constructor, fuente de empleo para los sectores más pobres y menos calificados de la fuerza laboral mexicana. La catástrofe de la construcción, parte sustantiva de la formación de capital productivo y del mejoramiento de la calidad de vida de la población, es otra prueba, entre miles, del fracaso total del proyecto neoliberal de los tres últimos gobiernos del PRI, de su demagógica promesa de llevarnos al primer mundo, cristalizado en el monstruoso error de diciembre de 1994: ha sido incapaz de garantizar la acumulación capitalista sostenida y ha llevado a la quiebra a fracciones importantes de la propia clase empresarial. Simultáneamente, ha sumido en la pobreza extrema a sectores cada vez más importantes de la población mexicana, incluidas sus capas medias y profesionales. Ante tanta inutilidad, la única salida inteligente es cambiar este proyecto económico-social por otro que garantice a alguien alguna ganancia; nosotros apostamos al que beneficie a los sectores mayoritarios de la sociedad, empobrecidos sin cesar desde hace 13 años, porque ellos son nuestro México; el puñado de grandes empresarios nacionales y trasnacionales que se han enriquecido sin límite en estos años no lo son.
En cualquier circunstancia, recuperar lo perdido y volver a crecer llevará a la construcción varios años; los que afirman lo contrario sólo tratan de tapar el sol con una mano; nos engañan.