La Jornada 4 de mayo de 1996

Wasmosy transige o se va: central sindical

Ansa, Dpa, Afp, Efe y Ap, Asunción, 3 de mayo El paro general de 48 horas de los trabajadores paraguayos concluyó este viernes con algunos incidentes de violencia aislados, y la advertencia de sus líderes de llamar a una nueva movilización y pedir la renuncia del presidente Juan Carlos Wasmosy si en una semana no son atendidas sus demandas.

El líder de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), Alan Flores, al hablar ante unos 10 mil manifestantes en la Plaza de la Democracia en esta capital, en el cierre del paro de dos días, aseveró que si Wasmosy sigue negándose a hacer concesiones a los trabajadores se lanzará un movimiento que se denominará ``afuera Wasmosy''.

Tras señalar que el paro fue todo un ``éxito'' ya que se logró más de 90 por ciento de adhesión y el gobierno reconoció pérdidas por unos 19 millones de dólares en esta jornada, insistió en que ``o Wasmosy responde a los reclamos y problemas de los campesinos y obreros o se va a trabajar en sus empresas''.

En el contexto del paro convocado por cuatro centrales sindicales, Flores subrayó que se ha culminado una jornada difícil de lucha. Acotó que esto no se hizo por reivindicaciones políticas, sino para que los campesinos tengan tierras y para que los trabajadores paraguayos tengan mejores salarios y condiciones de vida.

En referencia a la represión emprendida por la policía en el primer día de paro en contra los manifestantes, cuyo saldo fue de un centenar de heridos y lesionados, muchos de ellos que tuvieron que ser hospitalizados, el dirigente consideró que los trabajadores salieron ``fortalecidos'' porque no le temen a las balas, la prepotencia y represión.

El secretario general de la Central Nacional de Trabajadores (CNT), Eduardo Ojeda, responsabilizó por su parte de la represión al ministro del Interior, Diógenes Martínez. Destacó que los paraguayos quieren decir a Wasmosy y al Parlamento que el pueblo rechaza la ``narcodemocracia'' y aboga por una democracia con justicia social.

Los sindicatos exigen un aumento salarial de 31 por ciento, así como el fortalecimiento del seguro social, asistencia para los trabajadores independientes, un plan de empleo, reforma agraria, créditos para los campesinos, estrategias para el Mercosur que favorezcan a los trabajadores, y un referéndum sobre privatizaciones.

Las centrales sindicales dijeron dar un plazo de siete días para que el presidente Wasmosy atienda sus reclamos, o de lo contrario se le pedirá su renuncia. Hasta ahora el gobernante se ha negado a dar concesiones, pese a que ha enfrentado cuatro paros generales en dos años y el segundo en un mes contra su política económica.

Tras las fuertes críticas contra el gobierno y la policía por los hechos de violencia de la víspera, este día los agentes se mantuvieron únicamente en alerta y observando a los manifestantes en las calles. Sólo intervinieron por momentos, en forma moderada, para dispersar a grupos que intentaron volcar un autobús.

Esos grupos de manifestantes, que también quebraron vidrios de las ventanillas de una docena de autobuses y de locales de varios comercios, no sólo fueron dispersados por los antimotines, sino que los propios dirigentes sindicales salieron al paso para instarlos a evitar desórdenes, por lo que la jornada de este viernes fue más tranquila.

Los líderes sindicales, que llamaron al presidente ``inútil e incapaz de solucionar los problemas sociales'', estaban buscando una reunión con él para tratar sus demandas. Pero advirtieron que las movilizaciones del jueves y viernes muestran que obreros y campesinos pueden ``tumbar la política neoliberal y hambreadora de Wasmosy''.

Mientras, el presidente Juan Carlos Wasmosy descartó conjeturas sobre supuestas traiciones que habría sufrido de parte de amigos y funcionarios, durante el motín de hace casi dos semanas que encabezó el entonces jefe del Ejército, general Lino Oviedo, y quien a la postre habría de ser defenestrado.

El mandatario afirmó que las gestiones de ``intermediación'' entre el gobierno y los militares rebeldes se dieron por orden suya, en procura de que Oviedo depusiera su actitud. No obstante, allegados de Oviedo y el vicepresidente Roberto Steifart habían dejado entrever que Wasmosy fue traicionado por algunos de sus cercanos.

Al respecto, el jefe de Estado aseguró que ``no hubo ninguna traición'' del ingeniero Ramón Jiménez y el arquitecto Hugo Aranda, sus socios en una empresa de construcciones que erigió las represas hidroeléctricas de Itaipú y Yacyretá. Del mismo modo, libró de toda sospecha a su ministro del Interior, Diógenes Martínez.

Si bien exculpó al vicepresidente Steifart, Wasmosy reconoció que ese funcionario tal vez tuvo un momento de ``ofuscación'' y que actuó sin tener el conocimiento cabal de las acciones. Calificó la actitud de Steifart, quien se habría puesto de lado de los golpistas, de ``intempestiva e inconsulta'' y la atribuyó a errores ante los acontecimientos suscitados.

Algunos analistas castrenses consideraron que el pase a retiro de Lino Oviedo ha servido para que las fuerzas armadas paraguayas se deshagan de uno de sus últimos líderes autoritarios. A su vez, Estados Unidos hizo saber que nunca tuvo intención de intervenir en Paraguay durante la reciente crisis militar