Yo no sé si Andrés Manuel López Obrador obtendrá el liderazgo nacional del Partido de la Revolución Democrática, aun cuando sus antecedentes y el arranque de su campaña en el Teatro de la Ciudad donde el entusiasmo compitió con la solidez de los planteamientos parecen augurar que así será. Tampoco sé si, obteniéndolo, podrá cumplir sus propósitos. Sí sé, en cambio, que su oferta política, esbozada ante cientos de simpatizantes reunidos en ese recinto el viernes pasado, tiene un sustrato que no debiera soslayar nadie interesado en la transición del país hacia una auténtica democracia.
En un escenario de fin de régimen como el que se da en México, en el cual los actores principales son la descomposición política, la postración económica y el desánimo social, la propuesta del dirigente tabasqueño trasciende las fronteras estrictamente partidarias y se sitúa entre las aspiraciones nacionales, no para satisfacerlas esto no es exigible a un líder de partido sino para dar el rumbo y la brújula.Rica en contenido, la propuesta que por momentos ofrece matices de plan gubernamental, particularmente en el decálogo expresado en la segunda partetiene cuatro puntos que llaman la atención, dos esencialmente partidarios y dos relativos a un ámbito mayor, la nación:a) Un partido en permanente movimiento aun en épocas no electorales. Para el aspirante a la dirigencia nacional del PRD, la institución y la movilización no se contraponen, de suerte que postula un partido cuya estructura y organización le permitan estar en la lid político-electoral y, simultáneamente, pueda ser ``el pivote de las grandes movilizaciones sociales del pueblo mexicano en la defensa de sus mejores causas''. Este partido-movimiento le ha dado a López Obrador, en Tabasco, notables resultados de resonancia nacional, de modo que sus palabras se fundamentan en una exitosa experiencia.
b) Privilegiar el diálogo con el poder público, pero no desde una posición de inferioridad sino en un plano de igualdad y con ``la fuerza del pueblo'' tras las espaldas. No es fructífera afirmó el líder tabasqueño la negociación entre los elefantes y las hormigas, por lo cual este tipo de diálogo que ``el gobierno exige al PRD... ya no lo tendrá con nosotros, ahora nos sentaremos de tú a tú''. Para acompañar al diálogo, y a tono con su concepción de partido-movimiento, López Obrador postuló: en tanto unos negocian, otros los apoyan movilizando a la sociedad, y así la negociación tendrá sentido y resultados.
c) La defensa de la democracia dondequiera que fuere necesario, sin distingos de partido o signo ideológico. Este planteamiento es el eje democrático del discurso lopezobradorista. Es fácil defender a los amigos y luchar por los correligionarios. Lo es menos hacer lo mismo por los adversarios políticos. Todos conocemos a muchos que se dicen democráticos, pero lo son únicamente con quienes piensan como ellos y dejan de serlo en cuanto se trata de ``los otros'', aunque la razón les asista a éstos.
López Obrador propone una democracia partidaria en la cual ``no queremos reconocimiento para nuestros triunfos y hacernos ciegos y sordos cuando se los arrebatan a otros partidos''. Y congruente con esto, sostiene que ``la reforma electoral no tendrá sustento moral si continúa impune la vergonzante situación de los gastos de campaña en Tabasco'', pero también exige ``se le devuelva al PAN el triunfo que le fue arrebatado por Manuel Bartlett en Huejotzingo a plena luz del día y a la vista de todos los mexicanos, con la complacencia del gobierno federal''.Esta actitud, además de democrática, da reciedumbre a otro empeño del candidato a dirigir el PRD: la construcción de una alianza democrática nacional no exclusivamente perredista, sino ``integrada por organizaciones políticas y sociales propias de un país diverso y plural''.
d) La renovación integral del Estado mexicano. Dado que el populismo ha demostrado su agotamiento y el neoliberalismo ha traído la ruina al país expresó el aspirante, es necesario impular la renovación del Estado redefiniendo sus objetivos y fines. Por supuesto que esta transformación fue solamente enunciada por López Obrador y tendrá que desarrollarla posteriormente, lo cual se propone hacer ``con la participación de las mejores inteligencias políticas en México, antes, durante y después de la campaña''.
Como decía arriba, traspuestos los límites partidarios, la propuesta de López Obrador debe ser recibida como una fértil aportación a la vida pública nacional porque su contenido del cual aquí únicamente se cita una mínima parte se ubica en el centro de las aspiraciones nacionales y plantea principios de ética política que no son comunes en el país.