Tiene razón Mario Benedetti cuando, citando al humorista argentino César Bruto, dice que ``si el caballo razona, se acaba la equitación''. Los que gobiernan con políticas neoliberales literalmente nefastas no lo hacen sólo porque tienen el poder sino porque los ``caballos'' no razonan, hacen suyas las ideas de quienes los jinetean y, por eso, no los desarzonan. La capacidad de conservadurismo contenida en cada ser humano es realmente insondable y las derechas de todo tipo, sobre todo en tiempos de crisis, se apoyan en esa necesidad de seguridad y de ``orden'', y en la desesperada tentativa de conservar lo que la nueva fase económico y política afecta profundamente. El gran dios, el fetiche supremo, es el Inmenso Trasero: todos siguen a los que suponen exitosos porque han tenido éxito (sea como fuere), siguen a los banqueros porque son ricos cuando los demás mortales son pobres, siguen a los mediosbustos de la tv porque hablan desde el pedestal del poder. Precisamente porque la gente es conservadora y no reflexiona demasiado cotidianamente (lo cual llevaría, en cambio, a la conquista continua y gradual de reformas sociales) estallan las revoluciones, cuando la nube de tábanos de los hechos duros y crudos pican tanto al caballo que lo obligan a corcovear, aunque no haya razonado previamente. No se va a las revoluciones llevados por la razón, sino empujados por la historia y porque todas las ilusiones y los intentos conservadores fracasaron. Y, una vez que el caballo expulsa a su jinete y prueba su libertad, razona...
Todo este largo desvío busca explicar la ola conservadora que está sumergiendo a Europa. Si los españoles votan por un ex falangista apoyado por los franquistas y por los industriales, no es por masoquismo, espíritu servil, ignorancia y falta de memoria histórica. La desilusión ante el ``cambio'' prometido (y que reprodujo el sistema) y la búsqueda desesperada de seguridades a las cuales agarrarse en el naufragio actual explican ese voto suicida. Si 27 de cada 100 obreros franceses votan por Le Pen y el racismochovinismo (contra 5 que lo hacen por el Partido Comunista y su marxismo-stalinismo la page es por la misma razón. Y lo mismo sucede en Italia, donde la posibilidad muy concreta de que las derechas triunfen se apoya en tres factores: desilusión, (y, por lo tanto, refugio en el pasado), irracionalismo y deseo de ``parar el mundo, para bajarse'', y retorno a la tribu (regionalismo, nacionalismo).
Todos esos elementos están en el voto por la Liga Norte de obreros piamonteses o lombardos que antes apoyaban al Partido Comunista, pues ahora encuentran en el regionalismo y la unión con los industriales pequeños y medianos, contra los pobres y trabajadores y los habitantes de las demás regiones de Italia, un cemento: el del dialecto, del barrio, de la familia, de la tribu. Y están en el crecimiento de los neofascistas de Alianza Nacional entre los jóvenes (que no creen en los políticos ni en la política y sí esperan salvadores, hombres fuertes, un Estado centralizado -lo que los opone a la Liga- y creen en cambio en un individualismo fuerte, si es que cada oveja en el rebaño puede considerarse independiente).
Eso también pasa en Rusia. La fuerza de Guennadi Ziúganov y su llamado partido Comunista se apoya en una mezcla entre el deseo de orden, el nacionalismo, la necesidad de seguridades (todo lo cual es conservador y ``de derecha'') y la voluntad de recuperar el pleno empleo, las conquistas sociales, la casa, la enseñanza, la sanidad (todo lo cual es un sentimiento legítimo aunque conservador pero, en las condiciones actuales, es subversivo). Votan por Ziúganov la impotencia y el desprestigio de los liberales y de Gorbachov, la mafia, las borracheras y la corrupción de Yeltsin, la exportación de capitales, la difusión de la droga, los asesinatos, la guerra en Chechenia, la arrogancia del imperialismo que ningunea a Rusia , y no sólo el atraso político, la despolitización creada y fomentada por el régimen burocrático totalitario soviético (y antes por el zarismo, forma concreta del capitalismo semicolonial en la atrasada y asiática Rusia, no hay que olvidarlo). Acaso en nuestro continente no han votado por Carlos Menem la hiperinflación en tiempos de Alfonsín y el deseo de orden y estabilidad monetaria? Neoliberalismo por neoliberalismo, los argentinos no han preferido el fuerte, el menemista, el menos peor? En México el voto por el PAN no es un voto por lo mismo, pero más prolijo, y también un voto de castigo, conservador, pero para que cambie algo en la continuidad y no un voto de esperanza ni de simple estupidez?
Estamos en plena ``revolución pasiva'', pero en esa ola en pro del orden los países de Europa oriental, como Checoslovaquia, Polonia, Rusia, que quieren ir hacia una socialdemocracia de derecha que ofrece un programa basado en el libre mercado (aunque esté mezclado con restos de las concepciones estalinistas y nacionalistas), salen del capitalismo salvaje con su perspectiva neocolonial y del nacionalismo subordinado, mientras en los de Europa occidental se va hacia el Estado totalitario, el ``pensamiento único'', el integralismo neoliberal y neofascista. Los primeros caminan hacia su aprendizaje político y democrático, los segundos -si no razona y cocea el caballo, como en Francia- hacia un retorno al siglo XVIII, tecnificado. El mundo va del gris al negro, pero no todos los caballos son grises